En este momento hablar de los afectos españoles que se le prodigan a Felipe Calderón sería la nota común. El reconocimiento y los aplausos de agradecimiento por las facilidades y auspicios dados a los inversionistas ibéricos. La nobleza y los políticos encomiosos, juntos ofrecen su apapacho a Calderón como no se ha visto en su propia tierra.
Pero no es el caso. Con su partida a España el presidente Calderón dejó una indicación a Germán Martínez Cázares, actual dirigente de Acción Nacional, remover al coordinador de los senadores del PAN Santiago Creel Miranda. Copiosa ha sido la lectura que ha tenido la decisión tomada. Es de llamar la atención que un movimiento doméstico del PAN haya adquirido una importancia que parece desproporcionada. Un estallido cuyos efectos han traspasado la casa blanquiazul.
Desde que Creel perdió la candidatura presidencial de su partido en el 2005, su vigencia política se ató al foxismo que le permitió acceder al Senado y ser coordinador de los legisladores de su partido desde el año 2006. Le ha tocado ser el operador legislativo de las reformas de Calderón. Hoy Martínez Cázares sustituye al senador Creel con la justificación de que era necesario removerlo para poder realizar la reforma de PEMEX y preparar la contienda electoral de medio sexenio en el año 2009, que le dé al PAN la mayoría en San Lázaro. No se entiende bien a bien hasta qué punto el cambio realizado es efectivo para alcanzar esos propósitos. Y si esto es así, en qué se basan para suponer que Gustavo Madero alcanzará el doble propósito y Creel no, como si se tratará de un pase mágico. Lo peor es que nadie se cree la justificación y hoy le recuerdan al presidente Calderón que esas prácticas son de un pasado que en realidad nunca se fue.
Llama la atención que en la opinión publicada se coincida en asociar la remoción como una concesión a Televisa, de quien se dice quería la caída de Creel. Lo que tampoco se entiende del todo, pues el senador no pierde su investidura, se mantiene como presidente de la junta directiva del Senado y sigue presidiendo la comisión permanente del Congreso. El efecto inmediato ha sido destinarle una atención mediática positiva que se le había encarecido en los últimos dos años y medio. Y todavía más, se realza su posición como representante indiscutido del Poder Legislativo, pues mientras el gobierno por boca de Jesús Reyes Heroles, Georgina Kessel, el nuevo coordinador de los de los senadores del PAN y el mismísimo presidente Calderón, se encargan de descalificar el foro consulta que realiza el Senado, Santiago Creel reconoce el diálogo y la consulta como prácticas genuinas del ejercicio parlamentario y de la vida democrática.
Así, sin proponérselo, los calderonistas han encumbrado a Creel con el aplauso de sus pares. El asunto que era del dominio estricto del PAN, por torpeza o mala suerte, ha exhibido al gobierno con la manufactura de un eslabón más en la cadena de sus desaciertos. Y ni modo de que le echen la culpa al PRI o al PRD, a Manlio Fabio o a López Obrador, al narcotráfico o a la crisis alimentaria, ni el Banco de México sirve de excusa. Es la soberbia o el enojo de que las cosas no salgan como se planean, en cualquiera de los dos casos, es una lástima que el poder haya enloquecido a los panistas.
Pero no es el caso. Con su partida a España el presidente Calderón dejó una indicación a Germán Martínez Cázares, actual dirigente de Acción Nacional, remover al coordinador de los senadores del PAN Santiago Creel Miranda. Copiosa ha sido la lectura que ha tenido la decisión tomada. Es de llamar la atención que un movimiento doméstico del PAN haya adquirido una importancia que parece desproporcionada. Un estallido cuyos efectos han traspasado la casa blanquiazul.
Desde que Creel perdió la candidatura presidencial de su partido en el 2005, su vigencia política se ató al foxismo que le permitió acceder al Senado y ser coordinador de los legisladores de su partido desde el año 2006. Le ha tocado ser el operador legislativo de las reformas de Calderón. Hoy Martínez Cázares sustituye al senador Creel con la justificación de que era necesario removerlo para poder realizar la reforma de PEMEX y preparar la contienda electoral de medio sexenio en el año 2009, que le dé al PAN la mayoría en San Lázaro. No se entiende bien a bien hasta qué punto el cambio realizado es efectivo para alcanzar esos propósitos. Y si esto es así, en qué se basan para suponer que Gustavo Madero alcanzará el doble propósito y Creel no, como si se tratará de un pase mágico. Lo peor es que nadie se cree la justificación y hoy le recuerdan al presidente Calderón que esas prácticas son de un pasado que en realidad nunca se fue.
Llama la atención que en la opinión publicada se coincida en asociar la remoción como una concesión a Televisa, de quien se dice quería la caída de Creel. Lo que tampoco se entiende del todo, pues el senador no pierde su investidura, se mantiene como presidente de la junta directiva del Senado y sigue presidiendo la comisión permanente del Congreso. El efecto inmediato ha sido destinarle una atención mediática positiva que se le había encarecido en los últimos dos años y medio. Y todavía más, se realza su posición como representante indiscutido del Poder Legislativo, pues mientras el gobierno por boca de Jesús Reyes Heroles, Georgina Kessel, el nuevo coordinador de los de los senadores del PAN y el mismísimo presidente Calderón, se encargan de descalificar el foro consulta que realiza el Senado, Santiago Creel reconoce el diálogo y la consulta como prácticas genuinas del ejercicio parlamentario y de la vida democrática.
Así, sin proponérselo, los calderonistas han encumbrado a Creel con el aplauso de sus pares. El asunto que era del dominio estricto del PAN, por torpeza o mala suerte, ha exhibido al gobierno con la manufactura de un eslabón más en la cadena de sus desaciertos. Y ni modo de que le echen la culpa al PRI o al PRD, a Manlio Fabio o a López Obrador, al narcotráfico o a la crisis alimentaria, ni el Banco de México sirve de excusa. Es la soberbia o el enojo de que las cosas no salgan como se planean, en cualquiera de los dos casos, es una lástima que el poder haya enloquecido a los panistas.
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