El viernes fue entrevistado por Joaquín López Dóriga Eduardo Medina Mora, procurador de la república, el abogado de la nación, se diría pomposamente en el pasado. Y se despachó con la siguiente declaración: son más de cuatro mil muertos el resultado de la lucha contra el crimen organizado emprendida por Felipe Calderón y su gabinete de seguridad.
Un día antes se incautaba en el aeropuerto internacional de la ciudad de México un cargamento de cocaína procedente de Bogotá, Colombia. El miércoles, legisladores de Estados Unidos aprobaban la iniciativa Mérida que consiste en una aportación de 350 millones de dólares a cambio de incidir, vigilar, auditar el combate al narcotráfico que realizan las fuerzas del orden.
En tres informaciones tenemos una composición de la guerra contra la mafia: Colombia pone la droga, no hace lo suficiente por evitar su producción y exportación, la empaca y desde su territorio se envía para que llegue a México; Estados Unidos pone las armas, las produce y desde su territorio surte a la delincuencia organizada y al gobierno mexicano. México pone el territorio de la lucha, pone los muertos.
Por qué el gobierno mexicano no lanza un ya basta a Colombia, por qué no lanza un ya basta a los Estados Unidos. Son preguntas que la sensatez se plantea y que se condensa en una interrogante brutal. ¿Por qué México pone la cuota de sangre mayor?
Además, la voluntad del Estado se ve disminuida al pactar una ayuda extranjera, la iniciativa Mérida, que sin acuerdo firmado el presidente Calderón conviene de palabra la propuesta de George W. Bush, la que posteriormente el Congreso norteamericano aprobaría. Un ayuda que en términos prácticos poco remediará, baste comparar los millones de dólares condicionados con los miles millones de dólares que mueve el tráfico de drogas para darnos cuenta del tamaño del problema y la desproporción de la ayuda.
Pero Felipe Calderón optó por una guerra legítima pero carente de bases materiales para sostenerla, la que se construye desde el crecimiento económico, el empleo y el bienestar social. Elementos que no se tienen en suficiencia y de la insuficiencia se ha nutrido la hidra del narcotráfico.
¿Por qué México? Para vivir mejor o para debilitar al país y subastarlo. No está claro. Todavía peor, desde el rumor ya se está enfermando al presidente Calderón y se ve obligado su jefe de prensa a mostrarlo ante los reporteros: mírenlo, está trabajando en sus oficinas.
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De pasada, el Instituto Federal Electoral reconoció la validez de la designación de Guadalupe Acosta Naranjo como presidente del PRD, será suficiente para que ese partido deje de ser un instituto de caudillos o se inicia la era del dominio de los burócratas. Qué partido veremos en la próxima concentración de masas del PRD. Entonces se verá el tamaño de la fractura.
Un día antes se incautaba en el aeropuerto internacional de la ciudad de México un cargamento de cocaína procedente de Bogotá, Colombia. El miércoles, legisladores de Estados Unidos aprobaban la iniciativa Mérida que consiste en una aportación de 350 millones de dólares a cambio de incidir, vigilar, auditar el combate al narcotráfico que realizan las fuerzas del orden.
En tres informaciones tenemos una composición de la guerra contra la mafia: Colombia pone la droga, no hace lo suficiente por evitar su producción y exportación, la empaca y desde su territorio se envía para que llegue a México; Estados Unidos pone las armas, las produce y desde su territorio surte a la delincuencia organizada y al gobierno mexicano. México pone el territorio de la lucha, pone los muertos.
Por qué el gobierno mexicano no lanza un ya basta a Colombia, por qué no lanza un ya basta a los Estados Unidos. Son preguntas que la sensatez se plantea y que se condensa en una interrogante brutal. ¿Por qué México pone la cuota de sangre mayor?
Además, la voluntad del Estado se ve disminuida al pactar una ayuda extranjera, la iniciativa Mérida, que sin acuerdo firmado el presidente Calderón conviene de palabra la propuesta de George W. Bush, la que posteriormente el Congreso norteamericano aprobaría. Un ayuda que en términos prácticos poco remediará, baste comparar los millones de dólares condicionados con los miles millones de dólares que mueve el tráfico de drogas para darnos cuenta del tamaño del problema y la desproporción de la ayuda.
Pero Felipe Calderón optó por una guerra legítima pero carente de bases materiales para sostenerla, la que se construye desde el crecimiento económico, el empleo y el bienestar social. Elementos que no se tienen en suficiencia y de la insuficiencia se ha nutrido la hidra del narcotráfico.
¿Por qué México? Para vivir mejor o para debilitar al país y subastarlo. No está claro. Todavía peor, desde el rumor ya se está enfermando al presidente Calderón y se ve obligado su jefe de prensa a mostrarlo ante los reporteros: mírenlo, está trabajando en sus oficinas.
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De pasada, el Instituto Federal Electoral reconoció la validez de la designación de Guadalupe Acosta Naranjo como presidente del PRD, será suficiente para que ese partido deje de ser un instituto de caudillos o se inicia la era del dominio de los burócratas. Qué partido veremos en la próxima concentración de masas del PRD. Entonces se verá el tamaño de la fractura.
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