miércoles, 14 de mayo de 2008

Extraño caso

Juan Camilo Mouriño es el habitante predilecto del régimen. El misil que le envió López Obrador al entonces recién estrenado secretario en Gobernación el mes de febrero, denunciando el tráfico de influencias, lo redujo políticamente pero no le mermó la condición de predilecto. La comisión creada en la cámara de diputados para investigar al funcionario lo declaró inmaculado, su caso no llegará a la Función Pública, ni a la Procuraduría General de la República. Como en los viejos tiempos, la amistad con el presidente en turno lo puede todo. Cuántos ciudadanos mexicanos pueden gozar de tal distinción, diez, cien, mil, diez mil. Seguro que la inmensa mayoría no tiene la condición, ni los merecimientos, para participar del club de los predilectos.

Coincidentemente, a la declaración de la comisión de legisladores le siguió el relanzamiento de Mouriño como jefe del gabinete de seguridad dentro de la enésima reunión del mencionado gabinete que se dio en la ciudad de Culiacán, en Sinaloa. Una presentación impecable, es decir, sin disonancias dentro de un grupo de funcionarios sin diferencias en materia de seguridad, en una ciudad previamente ocupada por Ejército y donde el crimen organizado ha sentado sus reales. Escenario dispuesto con la deliberada intención de mostrar quién tiene el control de esa ciudad capital del estado de Sinaloa. La misma ciudad que el pasado diez de mayo se encontraba inusualmente desolada por el miedo a la delincuencia, según reporte de El Universal. Podemos estar seguros, el gobierno mexicano no aceptará la derrota en la lucha contra los delincuentes. Y los delincuentes, por su parte, no se quedarán con los brazos cruzados. Ya dieron ráfagas de fuego a la comandancia de la policía ministerial en Guamúchil, Sinaloa.

Pero este no era el teatro que se había dispuesto para Juan Camilo. Su actuación había sido preparada para ser el artífice de la reforma energética. Esa estelaridad se le fugó, algo quedó de la eficacia del misil. Así, mientras el funcionario daba función en el Noroeste del país, rodeado de un espectacular dispositivo de seguridad, ese mismo día martes 13, en el Senado políticos y civiles de élite iniciaban el foro para encauzar la reforma energética, discusión propiciada por el Frente Amplio Progresista y en el que no fue requerida la presencia del secretario en Gobernación.

Primer día de debate, que tomado como curso a seguir, anuncia el fracaso de la propuesta presidencial. Pues del lado reformador u oficialista, el dirigente de Acción Nacional Germán Martínez Cázares perdió su oportunidad (Rafael Cardona dixit) y la voz de los opositores tuvo más coincidencias. El neoliberalismo se quedó predicando en el desierto en la voz Carlos Elizondo.

También le toca a Mouriño atarearse con el Ejército Popular Revolucionario en un diálogo inalcanzable. Un enredo más del cual se podría despejar el camino si el gobierno supiera que pasó con los dos miembros de EPR desaparecidos que reclama la comandancia del grupo armado. Lejos de la idílica paz provinciana y artificiosamente alejado de los negocios, la circunstancia Juan Camilo es expresión de que los milagros existen, pues no alcanza la razón para explicar tanta inconsistencia para sostenerse en una situación de poder.

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