Si no hay cambios de último momento, los legisladores federales se enfilan a superar las diferencias que han mantenido en la semiparálisis a las Cámaras de Diputados y Senadores por más de una semana. La ruta adoptada por el gobierno para renovar Petróleos Mexicanos, de abrir paso a la vía rápida legislativa sobre la base de publicidad y medias verdades, se topó con la resistencia del Frente Amplio Progresista. El FAP, que adoptó la ruta de la movilización y la acción directa con la toma de tribuna en San Lázaro y Xicoténcatl, tampoco puede seguir indefinidamente por ese camino.
Las dos rutas se alejaban día a día. La dificultad que tenía el gobierno al contar con un interlocutor disminuido, el secretario en Gobernación, llevó a partidizar la negociación cuando se subió al ring al dirigente nacional del PAN, acuerdo que se fue complicando por conducirse con una dependencia desproporcionada hacia los líderes parlamentarios del PRI, los que enseñaron una influencia superior a la de los líderes parlamentarios del propio partido en el gobierno. Indicando y advirtiendo que la reforma petrolera saldría a como diera lugar.
De parte del FAP, su acción se simplificaba en los medios a una toma de línea dictada por Andrés Manuel López Obrador, lo que alentó el resurgimiento de la guerra sucia lanzada por la extrema derecha.
Qué realmente estaba atizando las diferencias, tal vez el ocultamiento de intereses que fueron sensiblemente saliendo de la oscuridad, como los del Grupo Energético del Sureste y los enjuagues de PEMEX Internacional expuestos en el semanario electrónico Reporte Índigo en sus últimos números, revelando una reforma con dedicatoria y exclusiones, distante del juego limpio. Eso fue lo que alertó a contingentes empresariales, no precisamente cupulares, afincados en el Grupo Monterrey o en la comunidad Judía y que no se pueden identificar en contra del libre mercado. Por lo mismo, dispuestos a no aceptar una apertura amañada de PEMEX, como sí lo fue la privatización de la banca nacionalizada.
Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón quedaron atrapados en su maniobra de casi monopolizar la interlocución con el debilitado secretario en Gobernación. Una jugada arriesgada para conducir el fast track. El plan comenzó hacer agua desde que se fueron identificando las inconsistencias de la propuesta presidencial. El mismo Cuauhtémoc Cárdenas reconsideró su posición inicial al conocer la propuesta, mientras Francisco Labastida se iba eclipsando. Ahora se tiene que comenzar por un periodo razonable de audiencias públicas para llegar a cualquier resultado, así sea el no resultado.
Hoy, Beltrones ha visto cortar su racha invicta en la conducción del lábil proceso reformador que se ha llevado en la actual administración calderonista. La bisagra se desprendió y habrá que buscar nuevas fórmulas para llegar a acuerdos en una inesperada colaboración entre el PAN y el PRD, sin marginar al PRI ¿Podrán hacer una agenda común? Ya lo hicieron con la reforma del Estado, lo que demuestra que sí la pueden hacer.
Las dos rutas se alejaban día a día. La dificultad que tenía el gobierno al contar con un interlocutor disminuido, el secretario en Gobernación, llevó a partidizar la negociación cuando se subió al ring al dirigente nacional del PAN, acuerdo que se fue complicando por conducirse con una dependencia desproporcionada hacia los líderes parlamentarios del PRI, los que enseñaron una influencia superior a la de los líderes parlamentarios del propio partido en el gobierno. Indicando y advirtiendo que la reforma petrolera saldría a como diera lugar.
De parte del FAP, su acción se simplificaba en los medios a una toma de línea dictada por Andrés Manuel López Obrador, lo que alentó el resurgimiento de la guerra sucia lanzada por la extrema derecha.
Qué realmente estaba atizando las diferencias, tal vez el ocultamiento de intereses que fueron sensiblemente saliendo de la oscuridad, como los del Grupo Energético del Sureste y los enjuagues de PEMEX Internacional expuestos en el semanario electrónico Reporte Índigo en sus últimos números, revelando una reforma con dedicatoria y exclusiones, distante del juego limpio. Eso fue lo que alertó a contingentes empresariales, no precisamente cupulares, afincados en el Grupo Monterrey o en la comunidad Judía y que no se pueden identificar en contra del libre mercado. Por lo mismo, dispuestos a no aceptar una apertura amañada de PEMEX, como sí lo fue la privatización de la banca nacionalizada.
Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón quedaron atrapados en su maniobra de casi monopolizar la interlocución con el debilitado secretario en Gobernación. Una jugada arriesgada para conducir el fast track. El plan comenzó hacer agua desde que se fueron identificando las inconsistencias de la propuesta presidencial. El mismo Cuauhtémoc Cárdenas reconsideró su posición inicial al conocer la propuesta, mientras Francisco Labastida se iba eclipsando. Ahora se tiene que comenzar por un periodo razonable de audiencias públicas para llegar a cualquier resultado, así sea el no resultado.
Hoy, Beltrones ha visto cortar su racha invicta en la conducción del lábil proceso reformador que se ha llevado en la actual administración calderonista. La bisagra se desprendió y habrá que buscar nuevas fórmulas para llegar a acuerdos en una inesperada colaboración entre el PAN y el PRD, sin marginar al PRI ¿Podrán hacer una agenda común? Ya lo hicieron con la reforma del Estado, lo que demuestra que sí la pueden hacer.
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