Las elecciones de este año en los estados de Veracruz, Oaxaca y Yucatán, incluso Baja California y Zacatecas donde perdió, tienen en común la recuperación en los votos obtenidos por el Partido Revolucionario Institucional si se le compara con los resultados obtenidos por ese partido en las elecciones presidenciales del año pasado. Pero se trata de una apariencia sobre la cual los medios no corren el velo a lo que verdaderamente ocurre ante este comportamiento del electorado.
No se trata de otra cosa que de la operación de las estructuras locales de poder que inclinan la balanza a favor del PRI, con el objetivo racional de generar un margen de negociación con el Poder Ejecutivo que les permita acceder a mayores recursos de los que obtendrían si se subordinaran de inicio al Presidente de la República. No se trata de un avance democrático, lo que sucede desde que se quebró el esquema de poder sustentado en un partido hegemónico, es que los “virreinatos” han quedado liberados y empiezan a expresarse como pequeñas repúblicas, menos expuestas a los chicotazos ejercidos desde el centro. El juego político desde la provincia adquiere más peso específico.
Lo expuesto es sólo un apunte, pues el lector está interesado en seguir el curso de la negociación de la reforma política, sin el encandilamiento del fuego mediático que ha salido a la defensa de los Consejeros Electorales del IFE, conocer el juego político que se da en la negociación.
Recordemos que la coalición electoral que operó el triunfo de Felipe Calderón fue el gobierno de Vicente Fox y el sindicato de Elba Esther Gordillo, la agregación oportunista de tecnócratas y gobernadores felones fue un complemento. El equipo cercano del entonces candidato fungió como eje de enlace de la coalición. Una coalición exitosa apoyada en facturas corporativas. Esa coalición electoral no ha resultado como coalición gobernante, son factor de regateo al poder presidencial mas que colaboradores leales.
Y aquí viene lo bueno de la reforma electoral. Se trata de un pacto político que sustente la formación de una coalición gobernante poniendo como propósito superar las deficiencias del actual arreglo electoral que incidió en la división del país que aún no se ha remontado. Eso significa fortalecer la pertinencia insustituible de los partidos en la competencia electoral ante la intervención descarada de los poderes fácticos. Aunque parezca increíble para la naturaleza de la competencia electoral, se llega al extremo de considerar que los partidos son la raíz del desarreglo electoral. Imaginar elecciones sin partidos. Como pedir una enchilada sin chile. Pero ha sido la salida de los Consejeros Electorales lo que ha servido de pretexto para lanzar toda una campaña en contra de la partidocracia. Son poderes fácticos quienes se indignan por el atropello a la autonomía del IFE si se releva a los actuales Consejeros. Poderes que se presentan como ciudadanos de a pie.
Hoy vemos como el Consejero Presidente sale a dar entrevistas como un león para defender la autonomía del IFE. El mismo Consejero que actuó como un ratón ante la violación de la civilidad del proceso electoral. Se le olvida a Luis Carlos Ugalde lo que dejó de hacer el verano pasado, permitiendo que el país se auto denigrara en el encono. No dio tantas entrevistas, ni fue a todos los medios a detener la intervención de Fox, ni la publicidad de los organismos empresariales, incluso de empresas y organizaciones fantasma. No cuidó la competencia porque no tenía una letra de la ley a mano. Ignoró que tenía la autoridad suficiente para pronunciarse y ser escuchado. Pero no fue vehemente. Con su actitud, Ugalde puso en riesgo la toma de posesión de Felipe Calderón. Lo peor es que el ejemplo de la campaña federal se extiende en las elecciones locales, ahí están los casos recientes de Baja California y Veracruz. Incendios de los que la misma autoridad electoral no se responsabiliza, ni tiene capacidades para apagar.
Lo dicho, la salida de los Consejeros ha sido el pretexto para detener una reforma que con todo y sus avances no brindará las condiciones de una democracia madura mientras la contraparte actoral, los ciudadanos, en su mayoría, se encuentren disminuidos en adquisiciones nutrimentales y educativas de calidad, acceso al que por cierto se opone no pocas veces las industrias alimentaria y del entretenimiento, que combinan el consumo de pastelillos marinela, una gaseosa, con las barras de telenovelas y de comediantes.
Tenemos un debate de legisladores que públicamente ha sido expuesto ante la sociedad, de lo contrario no se estaría hablando de el. No ha sido realizado en lo oscurito. Un debate que define sobre la primacía de los partidos sobre los poderes fácticos en el terreno de la contienda electoral. Un debate donde un sector de los Consejeros del IFE ha renunciado a su imparcialidad al situarse como enemigo de los partidos, de parte ellos. Que confunden su autonomía con el estar por encima del Poder Legislativo. Un debate en el que el Consejero Presidente reconoce que lo suyo es la academia y que en ella está su lugar, en el que se siente a gusto. Un debate en el que el fuego mediático condena al sistema de partidos a conformar un reparto de actores de paja en la lid electoral. Este debate es un paso para recrear el sistema de partidos "verdaderos"
No se trata de otra cosa que de la operación de las estructuras locales de poder que inclinan la balanza a favor del PRI, con el objetivo racional de generar un margen de negociación con el Poder Ejecutivo que les permita acceder a mayores recursos de los que obtendrían si se subordinaran de inicio al Presidente de la República. No se trata de un avance democrático, lo que sucede desde que se quebró el esquema de poder sustentado en un partido hegemónico, es que los “virreinatos” han quedado liberados y empiezan a expresarse como pequeñas repúblicas, menos expuestas a los chicotazos ejercidos desde el centro. El juego político desde la provincia adquiere más peso específico.
Lo expuesto es sólo un apunte, pues el lector está interesado en seguir el curso de la negociación de la reforma política, sin el encandilamiento del fuego mediático que ha salido a la defensa de los Consejeros Electorales del IFE, conocer el juego político que se da en la negociación.
Recordemos que la coalición electoral que operó el triunfo de Felipe Calderón fue el gobierno de Vicente Fox y el sindicato de Elba Esther Gordillo, la agregación oportunista de tecnócratas y gobernadores felones fue un complemento. El equipo cercano del entonces candidato fungió como eje de enlace de la coalición. Una coalición exitosa apoyada en facturas corporativas. Esa coalición electoral no ha resultado como coalición gobernante, son factor de regateo al poder presidencial mas que colaboradores leales.
Y aquí viene lo bueno de la reforma electoral. Se trata de un pacto político que sustente la formación de una coalición gobernante poniendo como propósito superar las deficiencias del actual arreglo electoral que incidió en la división del país que aún no se ha remontado. Eso significa fortalecer la pertinencia insustituible de los partidos en la competencia electoral ante la intervención descarada de los poderes fácticos. Aunque parezca increíble para la naturaleza de la competencia electoral, se llega al extremo de considerar que los partidos son la raíz del desarreglo electoral. Imaginar elecciones sin partidos. Como pedir una enchilada sin chile. Pero ha sido la salida de los Consejeros Electorales lo que ha servido de pretexto para lanzar toda una campaña en contra de la partidocracia. Son poderes fácticos quienes se indignan por el atropello a la autonomía del IFE si se releva a los actuales Consejeros. Poderes que se presentan como ciudadanos de a pie.
Hoy vemos como el Consejero Presidente sale a dar entrevistas como un león para defender la autonomía del IFE. El mismo Consejero que actuó como un ratón ante la violación de la civilidad del proceso electoral. Se le olvida a Luis Carlos Ugalde lo que dejó de hacer el verano pasado, permitiendo que el país se auto denigrara en el encono. No dio tantas entrevistas, ni fue a todos los medios a detener la intervención de Fox, ni la publicidad de los organismos empresariales, incluso de empresas y organizaciones fantasma. No cuidó la competencia porque no tenía una letra de la ley a mano. Ignoró que tenía la autoridad suficiente para pronunciarse y ser escuchado. Pero no fue vehemente. Con su actitud, Ugalde puso en riesgo la toma de posesión de Felipe Calderón. Lo peor es que el ejemplo de la campaña federal se extiende en las elecciones locales, ahí están los casos recientes de Baja California y Veracruz. Incendios de los que la misma autoridad electoral no se responsabiliza, ni tiene capacidades para apagar.
Lo dicho, la salida de los Consejeros ha sido el pretexto para detener una reforma que con todo y sus avances no brindará las condiciones de una democracia madura mientras la contraparte actoral, los ciudadanos, en su mayoría, se encuentren disminuidos en adquisiciones nutrimentales y educativas de calidad, acceso al que por cierto se opone no pocas veces las industrias alimentaria y del entretenimiento, que combinan el consumo de pastelillos marinela, una gaseosa, con las barras de telenovelas y de comediantes.
Tenemos un debate de legisladores que públicamente ha sido expuesto ante la sociedad, de lo contrario no se estaría hablando de el. No ha sido realizado en lo oscurito. Un debate que define sobre la primacía de los partidos sobre los poderes fácticos en el terreno de la contienda electoral. Un debate donde un sector de los Consejeros del IFE ha renunciado a su imparcialidad al situarse como enemigo de los partidos, de parte ellos. Que confunden su autonomía con el estar por encima del Poder Legislativo. Un debate en el que el Consejero Presidente reconoce que lo suyo es la academia y que en ella está su lugar, en el que se siente a gusto. Un debate en el que el fuego mediático condena al sistema de partidos a conformar un reparto de actores de paja en la lid electoral. Este debate es un paso para recrear el sistema de partidos "verdaderos"
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