Estos días parecen rematar un largo proceso de desacralización del informe presidencial. Lo que inició como desprotocolizada interpelación de Porfirio Muñoz Ledo al presidente De la Madrid en 1988, está por concluirse como una ceremonia vaciada irreversiblemente de su contenido numinoso. Felipe Calderón prefiere trasladar su mensaje al día 2 de septiembre en el Palacio Nacional. No por su gusto, la oposición no quiere oírlo en su casa. Tanto se denigró a la institución Presidencial, que si era imperial o parte de una dictadura perfecta, que ahora le sabe a hiel a quien la detenta. La ceremonia ha sucumbido ante las réplicas telúricas del 2006, de ahí que la reparación de los daños esté pasando por fragorosa negociación de la reforma electoral en curso.
Reforma electoral que ha tenido su mayor polémica en el relevo del actual Consejo Electoral del IFE. Se argumenta que la demanda de cambiar la alineación del Consejo General es una venganza de los partidos perdedores del dos de julio pasado. Es cierto, pero es una verdad parcial: la debilidad de los actuales Consejeros es de origen. Los actuales Consejeros son resultado de un reparto de cuotas entre los partidos. Reparto del que se excluyeron el PRD, el PT y Convergencia. La verdad es que los Consejeros son rehenes de sus padrinos. De inicio su autonomía quedó devaluada y se les cedió la plaza a los partidos en el 2003. No es algo que vaya a ocurrir en el futuro inmediato, según el lamento del Consejero Presidente.
Reforma electoral que tiene uno de sus mejores filones en el tema del financiamiento de los partidos y la reglamentación de los contratos de los anuncios. Materia para la dubitación de los partidos y de algunos medios electrónicos. Ante la duda, la exigencia no tiene controversia: que los partidos se ciñan al financiamiento público y que las televisoras no conviertan un proceso cívico una escandalosa ganancia privada.
Otra llamada de la reforma electoral, silente y por consecuencia inaudible, es la tipificación y condena de la operación electoral el día de las elecciones. La operación electoral, como se estila, es la negación del sufragio libre. No nos hagamos tontos, la operación electoral sigue tan campante como en tiempos del partido hegemónico. La diferencia, el cambio si se quiere, es que se ha logrado neutralizar la operación electoral a favor del PRI en las elecciones federales. Pero con otros colores la operación electoral sigue como si nada. ¿Dónde está ahora Juan José Guadarrama, dónde Elba Esther Gordillo? Con esos acompañantes se pueden decir demócratas López Obrador, Felipe Calderón.
Luis Carlos Ugalde, y los demás consejeros, el IFE como institución, no han tenido recursos jurídicos para inhibir totalmente la operación electoral. El Congreso no le ha surtido de esas capacidades al IFE ¿Lo hará esta vez? Y no es un asunto sólo federal. También en los estados se padecen limitaciones al sufragio libre, así ocurrió en la pasada elección de Baja California y seguramente el próximo domingo en Veracruz, la operación electoral se pondrá manos a la obra.
El proyecto de reforma está disposición del Congreso, tal vez no sea el mejor, pero es congruente con el gradualismo reformador como se ha acostumbrado en este país. Cada reforma trae su avance y no se le da gusto a todos. La de Don Jesús Reyes Heroles sacó a la izquierda de la clandestinidad y neutralizó la opción armada que, por cierto, ha vuelto a aparecer y es seña de las limitaciones del actual marco electoral . Carlos Salinas fundó el IFE y por primera vez las elecciones no fueron calificadas por los mismos diputados. Ernesto Zedillo amplió la competitividad electoral que creó el gobierno dividido y abrió paso a la alternancia. Vicente Fox se fue en blanco, peor aun, dejó números rojos al negociarse un IFE sensiblemente partidizado y excluyente.
Lo que tendremos ahora no será la mejor reforma, pero sí la reforma posible.
Reforma electoral que ha tenido su mayor polémica en el relevo del actual Consejo Electoral del IFE. Se argumenta que la demanda de cambiar la alineación del Consejo General es una venganza de los partidos perdedores del dos de julio pasado. Es cierto, pero es una verdad parcial: la debilidad de los actuales Consejeros es de origen. Los actuales Consejeros son resultado de un reparto de cuotas entre los partidos. Reparto del que se excluyeron el PRD, el PT y Convergencia. La verdad es que los Consejeros son rehenes de sus padrinos. De inicio su autonomía quedó devaluada y se les cedió la plaza a los partidos en el 2003. No es algo que vaya a ocurrir en el futuro inmediato, según el lamento del Consejero Presidente.
Reforma electoral que tiene uno de sus mejores filones en el tema del financiamiento de los partidos y la reglamentación de los contratos de los anuncios. Materia para la dubitación de los partidos y de algunos medios electrónicos. Ante la duda, la exigencia no tiene controversia: que los partidos se ciñan al financiamiento público y que las televisoras no conviertan un proceso cívico una escandalosa ganancia privada.
Otra llamada de la reforma electoral, silente y por consecuencia inaudible, es la tipificación y condena de la operación electoral el día de las elecciones. La operación electoral, como se estila, es la negación del sufragio libre. No nos hagamos tontos, la operación electoral sigue tan campante como en tiempos del partido hegemónico. La diferencia, el cambio si se quiere, es que se ha logrado neutralizar la operación electoral a favor del PRI en las elecciones federales. Pero con otros colores la operación electoral sigue como si nada. ¿Dónde está ahora Juan José Guadarrama, dónde Elba Esther Gordillo? Con esos acompañantes se pueden decir demócratas López Obrador, Felipe Calderón.
Luis Carlos Ugalde, y los demás consejeros, el IFE como institución, no han tenido recursos jurídicos para inhibir totalmente la operación electoral. El Congreso no le ha surtido de esas capacidades al IFE ¿Lo hará esta vez? Y no es un asunto sólo federal. También en los estados se padecen limitaciones al sufragio libre, así ocurrió en la pasada elección de Baja California y seguramente el próximo domingo en Veracruz, la operación electoral se pondrá manos a la obra.
El proyecto de reforma está disposición del Congreso, tal vez no sea el mejor, pero es congruente con el gradualismo reformador como se ha acostumbrado en este país. Cada reforma trae su avance y no se le da gusto a todos. La de Don Jesús Reyes Heroles sacó a la izquierda de la clandestinidad y neutralizó la opción armada que, por cierto, ha vuelto a aparecer y es seña de las limitaciones del actual marco electoral . Carlos Salinas fundó el IFE y por primera vez las elecciones no fueron calificadas por los mismos diputados. Ernesto Zedillo amplió la competitividad electoral que creó el gobierno dividido y abrió paso a la alternancia. Vicente Fox se fue en blanco, peor aun, dejó números rojos al negociarse un IFE sensiblemente partidizado y excluyente.
Lo que tendremos ahora no será la mejor reforma, pero sí la reforma posible.
1 comentario:
¿y cuáles serían las acciones para reformar la operación electoral? ¿Cómo evitar mapacherías y ratones locos y etcéteras? Se me hace muy cuesta arriba. Saludos
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