Tropezarse con la misma piedra. Hacia allá va el proceso electoral en curso del estado de Baja California.
El curso legal de la contienda ha dejado fuera a Jorge Hank Rhon, candidato a gobernador inhabilitado por el tribunal electoral de esa entidad. El miércoles 20 de junio, con el voto de dos magistrados, se dictaminó que el empresario no podía continuar como candidato en virtud de que viola la constitución local, la cual prohíbe a todo ciudadano a postularse por cualquier puesto de elección mientras no se haya concluido un encargo precedente obtenido en las urnas por parte de ese ciudadano.
La decisión del tribunal se ajusta a la norma inscrita en el artículo 42, la cual pintorescamente se le conoce como Ley antichapulín. La cuestión es por qué no lo hizo el Consejo Estatal Electoral a la hora del registro del ing. Hank el mes mayo. Por qué se dejó correr una candidatura que contravenía un lineamiento de la constitución local. En una contienda donde otro candidato, José Guadalupe Osuna del PAN lleva la ventaja en las encuestas, su más fuerte contrincante o el único que la hacía sombra, ha quedado fuera de combate por una decisión del tribunal.
El problema es que otra vez la legalidad no se encuentra en buenos términos con la legitimidad. Esa contradicción fue una razón para encarecer la credibilidad de los procesos electorales de la época priísta, eran legales pero estaban cargados a validar la continuidad del partido gobernante. Ese encarecimiento ha sido uno de los ejes motivadores de la serie de reformas electorales (locales y federales) en los últimos treinta años. En los hechos, se le está entregando al PAN una gubernatura antes de que ocurra el proceso comicial. Repetición de un pasado donde todo quedaba alineado para asegurar el dominio de un solo partido, donde la competencia creíble no tenía lugar.
Ahora, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, tiene en sus manos el Juicio de Revisión Constitucional interpuesto por Hank Rhon para que le sea restituido el derecho a ser votado que la Constitución le confiere a todo ciudadano. El tiempo está encima, la coalición del PRI tiene hasta el día 5 de julio para sustituir candidato, las boletas electorales deben quedar impresas veinte días antes de las elecciones del 5 de agosto.
No ha sido la ignorancia de los consejeros estatales la que ha llevado a esta desacreditación de la disputa electoral de Baja California. Si no es así, entonces ha sido la malicia encaminada a desbarrancar una candidatura y el proceso en su conjunto. La resolución de la última instancia, cualquiera que esta sea, no podrá ocultar que el proceso fue dañado, pues poner a los tribunales como factotum del ejercicio comicial pone en segundo plano la votación misma.
Y nadie se puede llamar sorprendido. Ya la actual Presidencia de la República tuvo que ser dirimida en una disputa judicial porque no dejó conformidad el resultado del 2 de julio pasado.
Lo que suceda en Baja California no se limita a un asunto judicial, ni al perfil luciferino que se le atribuye a Jorge Hank. Conocer a fondo la actual correlación de fuerzas en ese estado es verdad de Perogrullo.
El curso legal de la contienda ha dejado fuera a Jorge Hank Rhon, candidato a gobernador inhabilitado por el tribunal electoral de esa entidad. El miércoles 20 de junio, con el voto de dos magistrados, se dictaminó que el empresario no podía continuar como candidato en virtud de que viola la constitución local, la cual prohíbe a todo ciudadano a postularse por cualquier puesto de elección mientras no se haya concluido un encargo precedente obtenido en las urnas por parte de ese ciudadano.
La decisión del tribunal se ajusta a la norma inscrita en el artículo 42, la cual pintorescamente se le conoce como Ley antichapulín. La cuestión es por qué no lo hizo el Consejo Estatal Electoral a la hora del registro del ing. Hank el mes mayo. Por qué se dejó correr una candidatura que contravenía un lineamiento de la constitución local. En una contienda donde otro candidato, José Guadalupe Osuna del PAN lleva la ventaja en las encuestas, su más fuerte contrincante o el único que la hacía sombra, ha quedado fuera de combate por una decisión del tribunal.
El problema es que otra vez la legalidad no se encuentra en buenos términos con la legitimidad. Esa contradicción fue una razón para encarecer la credibilidad de los procesos electorales de la época priísta, eran legales pero estaban cargados a validar la continuidad del partido gobernante. Ese encarecimiento ha sido uno de los ejes motivadores de la serie de reformas electorales (locales y federales) en los últimos treinta años. En los hechos, se le está entregando al PAN una gubernatura antes de que ocurra el proceso comicial. Repetición de un pasado donde todo quedaba alineado para asegurar el dominio de un solo partido, donde la competencia creíble no tenía lugar.
Ahora, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, tiene en sus manos el Juicio de Revisión Constitucional interpuesto por Hank Rhon para que le sea restituido el derecho a ser votado que la Constitución le confiere a todo ciudadano. El tiempo está encima, la coalición del PRI tiene hasta el día 5 de julio para sustituir candidato, las boletas electorales deben quedar impresas veinte días antes de las elecciones del 5 de agosto.
No ha sido la ignorancia de los consejeros estatales la que ha llevado a esta desacreditación de la disputa electoral de Baja California. Si no es así, entonces ha sido la malicia encaminada a desbarrancar una candidatura y el proceso en su conjunto. La resolución de la última instancia, cualquiera que esta sea, no podrá ocultar que el proceso fue dañado, pues poner a los tribunales como factotum del ejercicio comicial pone en segundo plano la votación misma.
Y nadie se puede llamar sorprendido. Ya la actual Presidencia de la República tuvo que ser dirimida en una disputa judicial porque no dejó conformidad el resultado del 2 de julio pasado.
Lo que suceda en Baja California no se limita a un asunto judicial, ni al perfil luciferino que se le atribuye a Jorge Hank. Conocer a fondo la actual correlación de fuerzas en ese estado es verdad de Perogrullo.
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