Seis meses en el poder y Felipe Calderón está de pleito con el pasado reciente. Condenado a mirar hacia un futuro siempre ensombrecido, sin otra alternativa que amarrarse al pasado de ineptitud e impunidad.
Por qué se ha recrudecido la lucha contra el narcotráfico, porque su antecesor no hizo su tarea. Y no será con cuerpos de élite como el gobierno saldrá airoso de esta confrontación directa y sin mediaciones que le hace la delincuencia organizada, sino organizando todo el aparato público en un frente común sin fugas. El Ejército quedará rebasado y aislado sino tiene la colaboración de otras dependencias y de los otros niveles de gobierno, si el sistema bancario no proporciona la información financiera que delate al crimen organizado, si la economía no es capaz de soportar el sustento y el empleo de la población.
Al pasado reciente pertenece la reapertura del debate sobre la llamada Ley Televisa, debate que jurídicamente se mantuvo gracias a la demanda de inconstitucionalidad interpuesta ante la Corte por Manuel Bartlett y Javier Corral, senadores de la 59 Legislatura. Debate que el hoy senador, El proyecto de resolución que se cocina en la Corte les da la razón a los ex senadores. Ahora, Santiago Creel, contrario a sus antecedentes como servidor público del foxismo, calienta la discusión al señalar las presiones de que fueron objeto los legisladores de entonces para aprobar la Ley de Radio y TV.
Pertenece al pasado el video escándalo de Carlos Ahumada. Una página vergonzosa de la política nacional, de las prácticas empresariales y de la delación mediática, no jurídico institucional. De lo que se desató en marzo del 2004, la exhibición de actos de extorsión / corrupción, que involucró a miembros del PRD, hoy se recrean las imágenes del escándalo con la liberación y nuevo encarcelamiento del empresario de la construcción Carlos Ahumada.
Acaso el escándalo ha servido para mejorar las prácticas de intercambio de favores entre políticos y empresarios. No ha servido. Ahí está el destape que hace Creel (arriba mencionado) nada más que no se dispone de un video que los encuere, ni medio electrónico dispuesto a presentarlo. Tampoco ha servido para efectos de la moral pública, tan no ha servido que Ahumada está en trance de recuperar su libertad y seguir su vida como si nada. Lo mismo sucedió con René Bejarano, éste salió de la cárcel mucho antes y ya se reincorporó a pastorear a sus huestes. Y qué decir de Federico Döring, quien nos regaló el escándalo de mierda, muy cómodo desde su escaño en el Senado y sigue cabildeando a favor de las televisoras en la Suprema Corte. No existe una modalidad de ostracismo que condene a la tercia de participantes que hicieron posible este escándalo.
¿Qué hace Felipe Calderón? Hace lo que puede, lo que le susurran al oído, como la chabacana felicitación al comediante Adal Ramones por el cierre de su programa televisivo que duró al aire diez años (esto me resisto a creerlo, pero así lo consigna en su columna Rafael Cardona) Tenemos un presidente maniatado por una cadena de facturas y no encuentra la salida escapista que lo libere del pasado, que lo lleve a gozar de una legitimidad plena que el 2 de julio le negó. Por eso, tal vez por eso, porque puso sobre sus espaldas la pesada loza del pasado foxista.
Por qué se ha recrudecido la lucha contra el narcotráfico, porque su antecesor no hizo su tarea. Y no será con cuerpos de élite como el gobierno saldrá airoso de esta confrontación directa y sin mediaciones que le hace la delincuencia organizada, sino organizando todo el aparato público en un frente común sin fugas. El Ejército quedará rebasado y aislado sino tiene la colaboración de otras dependencias y de los otros niveles de gobierno, si el sistema bancario no proporciona la información financiera que delate al crimen organizado, si la economía no es capaz de soportar el sustento y el empleo de la población.
Al pasado reciente pertenece la reapertura del debate sobre la llamada Ley Televisa, debate que jurídicamente se mantuvo gracias a la demanda de inconstitucionalidad interpuesta ante la Corte por Manuel Bartlett y Javier Corral, senadores de la 59 Legislatura. Debate que el hoy senador, El proyecto de resolución que se cocina en la Corte les da la razón a los ex senadores. Ahora, Santiago Creel, contrario a sus antecedentes como servidor público del foxismo, calienta la discusión al señalar las presiones de que fueron objeto los legisladores de entonces para aprobar la Ley de Radio y TV.
Pertenece al pasado el video escándalo de Carlos Ahumada. Una página vergonzosa de la política nacional, de las prácticas empresariales y de la delación mediática, no jurídico institucional. De lo que se desató en marzo del 2004, la exhibición de actos de extorsión / corrupción, que involucró a miembros del PRD, hoy se recrean las imágenes del escándalo con la liberación y nuevo encarcelamiento del empresario de la construcción Carlos Ahumada.
Acaso el escándalo ha servido para mejorar las prácticas de intercambio de favores entre políticos y empresarios. No ha servido. Ahí está el destape que hace Creel (arriba mencionado) nada más que no se dispone de un video que los encuere, ni medio electrónico dispuesto a presentarlo. Tampoco ha servido para efectos de la moral pública, tan no ha servido que Ahumada está en trance de recuperar su libertad y seguir su vida como si nada. Lo mismo sucedió con René Bejarano, éste salió de la cárcel mucho antes y ya se reincorporó a pastorear a sus huestes. Y qué decir de Federico Döring, quien nos regaló el escándalo de mierda, muy cómodo desde su escaño en el Senado y sigue cabildeando a favor de las televisoras en la Suprema Corte. No existe una modalidad de ostracismo que condene a la tercia de participantes que hicieron posible este escándalo.
¿Qué hace Felipe Calderón? Hace lo que puede, lo que le susurran al oído, como la chabacana felicitación al comediante Adal Ramones por el cierre de su programa televisivo que duró al aire diez años (esto me resisto a creerlo, pero así lo consigna en su columna Rafael Cardona) Tenemos un presidente maniatado por una cadena de facturas y no encuentra la salida escapista que lo libere del pasado, que lo lleve a gozar de una legitimidad plena que el 2 de julio le negó. Por eso, tal vez por eso, porque puso sobre sus espaldas la pesada loza del pasado foxista.
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