Entre la desnudez y la opacidad. Ahí va este enlace que refleja la complejidad de este país que quiere caminar hacia la transparencia de los asuntos públicos. Transparencia que no se colma con un mandato de ley, sino con la conducta del servidor público y del ciudadano que la acredita.
Domingo seis de mayo, madrugando amanece. Eje Central y Madero, de bullicio inusual para ser las cuatro de la mañana. Expectación y tranquilidad para la pose colectiva de miles de nudistas. No hay escándalo, tampoco solemnidad, jubilo místico para una agradecida constelación de igualdad y libertad tan escasa en México. Con precisión cooperan la Universidad Nacional Autónoma de México y el gobierno de la ciudad de México en el proyecto artístico, sin regateos al arte en la era de su reproductibilidad técnica (W. Benjamin), del neoyorquino Spencer Tunick.
El hecho en sí resulta prodigioso en un país donde el dinero constriñe la igualdad y la libertad. Donde la iglesia católica fue obsecuente ante el desarrollo del proyecto, no se fue de la lengua, ni amagó con excomulgar a los participantes. Real maravilloso el hecho de que el evento no haya sido manoseado por Televisa, que el zócalo haya quedado liberado por unas horas del territorio telcel. Estos es, los magnates no se agandallaron el proyecto. Que tomen nota los Consejeros del IFE para que se den cuenta donde fallaron. También los legisladores, ahora que se ha reabierto el debate sobre la Ley sobre telecomunicaciones.
Será acaso el arte el medio para reinstituir una república tan dañada por una modernidad excluyente.
Del desnudo a lo opaco. La emboscada nocturna sobre miembros del Ejército del primero de mayo en entredicho. Según la crónica de Diego Osorno en Milenio aparecida el sábado cinco, lo sucedido tiene otra versión, de una confrontación no planeada, de encuentro fortuito, accidental. Y lo que siguió después, el Estado de Sitio en Carácuaro. Según El Universal, ante presumible violación de las garantías individuales, se interpusieron demandas ante la CNDH. No está bien que surjan dos versiones. En nada beneficia al gobierno la pérdida de credibilidad sobre la información que proporciona.
Luego vienen los acontecimientos del día siete en Apatzingán. Efectivos militares detectan una casa de seguridad y por la mañana comienza la balacera que deja cuatro sicarios muertos. Para la autoridad no hubo otro recurso para repeler la agresión ¿De veras? Ahora sí llegaron a tiempo las cámaras de la televisión privada para la edición de los sucesos sangrientos. Literalmente los presuntos delincuentes fueron cazados por militares al frente y judiciales en la retaguardia. Así se da la lucha contra el crimen organizado, cuando la PGR debería estar al frente pues legalmente está habilitada para ello. Por qué poner en predicamento al Ejército. En nada beneficia al gobierno los visos de ilegalidad.
Domingo seis de mayo, madrugando amanece. Eje Central y Madero, de bullicio inusual para ser las cuatro de la mañana. Expectación y tranquilidad para la pose colectiva de miles de nudistas. No hay escándalo, tampoco solemnidad, jubilo místico para una agradecida constelación de igualdad y libertad tan escasa en México. Con precisión cooperan la Universidad Nacional Autónoma de México y el gobierno de la ciudad de México en el proyecto artístico, sin regateos al arte en la era de su reproductibilidad técnica (W. Benjamin), del neoyorquino Spencer Tunick.
El hecho en sí resulta prodigioso en un país donde el dinero constriñe la igualdad y la libertad. Donde la iglesia católica fue obsecuente ante el desarrollo del proyecto, no se fue de la lengua, ni amagó con excomulgar a los participantes. Real maravilloso el hecho de que el evento no haya sido manoseado por Televisa, que el zócalo haya quedado liberado por unas horas del territorio telcel. Estos es, los magnates no se agandallaron el proyecto. Que tomen nota los Consejeros del IFE para que se den cuenta donde fallaron. También los legisladores, ahora que se ha reabierto el debate sobre la Ley sobre telecomunicaciones.
Será acaso el arte el medio para reinstituir una república tan dañada por una modernidad excluyente.
Del desnudo a lo opaco. La emboscada nocturna sobre miembros del Ejército del primero de mayo en entredicho. Según la crónica de Diego Osorno en Milenio aparecida el sábado cinco, lo sucedido tiene otra versión, de una confrontación no planeada, de encuentro fortuito, accidental. Y lo que siguió después, el Estado de Sitio en Carácuaro. Según El Universal, ante presumible violación de las garantías individuales, se interpusieron demandas ante la CNDH. No está bien que surjan dos versiones. En nada beneficia al gobierno la pérdida de credibilidad sobre la información que proporciona.
Luego vienen los acontecimientos del día siete en Apatzingán. Efectivos militares detectan una casa de seguridad y por la mañana comienza la balacera que deja cuatro sicarios muertos. Para la autoridad no hubo otro recurso para repeler la agresión ¿De veras? Ahora sí llegaron a tiempo las cámaras de la televisión privada para la edición de los sucesos sangrientos. Literalmente los presuntos delincuentes fueron cazados por militares al frente y judiciales en la retaguardia. Así se da la lucha contra el crimen organizado, cuando la PGR debería estar al frente pues legalmente está habilitada para ello. Por qué poner en predicamento al Ejército. En nada beneficia al gobierno los visos de ilegalidad.
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