De viernes a sábado por la República Cooperativa de Guyana. Reunión del Grupo de Río, de cuyo origen se dice nada aunque tiene mucho fondo. El Grupo de Río como el intento articulador de América Latina y el Caribe, de Jefes de Estado y de Gobierno, para entender y atender a los desafíos que imponía e impone el orden globalizado a la región. Consulta y concertación para articular, a una voz, la respuesta al estruendo neoliberal desatado por Ronald Reagan y Margaret Tatcher en la década de los ochentas, en su calidad de presidente de los Estados Unidos y Primer Ministro de Gran Bretaña, respectivamente.
De viernes a sábado el presidente Calderón en la Guyana, encuentro informado sin el contexto debido para las nuevas generaciones, como si se tratara de una reunión ad hoc para el Presidente. ¿Por qué se dio la reunión en esa pequeña república? Para varias cosas: para acercar al mexicano con izquierdistas gobiernos del sur, para convocar el rechazo de la región al muro fronterizo que construyen los Estados Unidos en la frontera con México y para programar la próxima reunión del Grupo en México.
En resumen, la mediatización de la reunión para hablar del Presidente mexicano. Esa conclusión se extrae. La difusión de declaraciones conjuntas son cosas del pasado. Con la certeza de que no se levantará encuesta que tome el pulso acerca de lo que el mexicano fue a hacer en su reciente viaje sudamericano. Qué recordarán los mexicanos del tres de marzo, si acaso el anodino spot presidencial dedicado al día de la familia, del cual no se sabe si lo produjo Cepropie o el Consejo Mexicano de la Comunicación.
Domingo 4 de marzo. Aniversario discreto del PRI y toma de protesta a una nueva dirigencia. Ayunos de presentar novedades, la hoy presidente del PRI, se despachó con el discurso de la casa, de su hemeroteca, de cuando el discurso corto era de una hora, los que rebasaban esa medida de tiempo eran del entonces presidente de México, Luis Echeverría. Beatriz Paredes no se atrevió a dar un discurso de definiciones contundentes, más bien contemporizador, pergeñado de citas prescindibles, de memoria selectiva y omiso. Rematado con una cita oscura de Octavio Paz, de las interrogantes íntimas y públicas del poeta sobre la inasible modernidad, útil para sobresaltar la indefinición propia de la oradora, pero carente de mensaje para el auditorio impávido hasta el bostezo, de pocos aplausos arrebatados. ¿Qué les quiso decir?
Una pista de acceso a la modernidad es la claridad, la brevedad y la reiteración del discurso. Pero con esa modernidad la dirigente priísta no ata, ni desata. Beatriz Paredes obsequio una jaculatoria al santo patrono laico de los mexicanos: Cantinflas. Los priístas y la audiencia nacional le hubieran agradecido definiciones de política económica y de agenda social. Sólo por dos razones, que no se excluyen, se entiende la abstención de una posición al respecto: una, el doblez que invade y catatoniza a los políticos mexicanos frente a los hombres del dinero. A ellos, a los grandes empresarios, ni tocarlos con el pétalo de una rosa. La segunda razón es atribuible a la ignorancia, en estos temas los tecnócratas le tienen tomada la medida a doña Beatriz.
No se entiende porque guardarse la mano zurda que se preconizó en campaña. Las definiciones quedan para la próxima asamblea nacional. Para qué dejar pasar el tiempo de parte de una experimentada política que salta al pancracio como doña mil máscaras. Precisamente es el debate de la política económica y el de la agenda social del que ha derivado en una buena proporción la caída del PRI y que dejó una herida abierta en el cuerpo de la nación tras la batalla federal electoral pasada.
Liderazgos sin rumbo que por sus manos pasa, parcialmente, la conducción del país.
De viernes a sábado el presidente Calderón en la Guyana, encuentro informado sin el contexto debido para las nuevas generaciones, como si se tratara de una reunión ad hoc para el Presidente. ¿Por qué se dio la reunión en esa pequeña república? Para varias cosas: para acercar al mexicano con izquierdistas gobiernos del sur, para convocar el rechazo de la región al muro fronterizo que construyen los Estados Unidos en la frontera con México y para programar la próxima reunión del Grupo en México.
En resumen, la mediatización de la reunión para hablar del Presidente mexicano. Esa conclusión se extrae. La difusión de declaraciones conjuntas son cosas del pasado. Con la certeza de que no se levantará encuesta que tome el pulso acerca de lo que el mexicano fue a hacer en su reciente viaje sudamericano. Qué recordarán los mexicanos del tres de marzo, si acaso el anodino spot presidencial dedicado al día de la familia, del cual no se sabe si lo produjo Cepropie o el Consejo Mexicano de la Comunicación.
Domingo 4 de marzo. Aniversario discreto del PRI y toma de protesta a una nueva dirigencia. Ayunos de presentar novedades, la hoy presidente del PRI, se despachó con el discurso de la casa, de su hemeroteca, de cuando el discurso corto era de una hora, los que rebasaban esa medida de tiempo eran del entonces presidente de México, Luis Echeverría. Beatriz Paredes no se atrevió a dar un discurso de definiciones contundentes, más bien contemporizador, pergeñado de citas prescindibles, de memoria selectiva y omiso. Rematado con una cita oscura de Octavio Paz, de las interrogantes íntimas y públicas del poeta sobre la inasible modernidad, útil para sobresaltar la indefinición propia de la oradora, pero carente de mensaje para el auditorio impávido hasta el bostezo, de pocos aplausos arrebatados. ¿Qué les quiso decir?
Una pista de acceso a la modernidad es la claridad, la brevedad y la reiteración del discurso. Pero con esa modernidad la dirigente priísta no ata, ni desata. Beatriz Paredes obsequio una jaculatoria al santo patrono laico de los mexicanos: Cantinflas. Los priístas y la audiencia nacional le hubieran agradecido definiciones de política económica y de agenda social. Sólo por dos razones, que no se excluyen, se entiende la abstención de una posición al respecto: una, el doblez que invade y catatoniza a los políticos mexicanos frente a los hombres del dinero. A ellos, a los grandes empresarios, ni tocarlos con el pétalo de una rosa. La segunda razón es atribuible a la ignorancia, en estos temas los tecnócratas le tienen tomada la medida a doña Beatriz.
No se entiende porque guardarse la mano zurda que se preconizó en campaña. Las definiciones quedan para la próxima asamblea nacional. Para qué dejar pasar el tiempo de parte de una experimentada política que salta al pancracio como doña mil máscaras. Precisamente es el debate de la política económica y el de la agenda social del que ha derivado en una buena proporción la caída del PRI y que dejó una herida abierta en el cuerpo de la nación tras la batalla federal electoral pasada.
Liderazgos sin rumbo que por sus manos pasa, parcialmente, la conducción del país.
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