Las cien acciones de los primeros cien días de gobierno son cien anuncios. Lo medular, se ha dicho hasta el cansancio: la lucha contra el crimen organizado. La reserva en los anuncios se condensa para la reforma fiscal, al respecto el gobierno se ha mostrado renuente a dar algún adelanto o indicio, teme un fracaso más a la lista de intentos de otras administraciones.
Por el lado de la seguridad pública, el domingo 4 de marzo el semanario Proceso presentó un reportaje durísimo en contra de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública. El martes 6, el general de división, Francisco Fernández Solís sufre en atentado en Villahermosa, Tabasco, donde despacha como secretario de seguridad en el gobierno de Andrés Granier. Para el día miércoles, se hace la presentación de la estrategia integral de prevención del delito y combate a la delincuencia.
Destaca de esta presentación de combate a la delincuencia un cambio de color, el verde olivo cedió su lugar al cuello blanco, también gris, de lo que el presidente Calderón llamó las fuerzas del orden. En su alocución, el Ejecutivo hizo énfasis en la moralización de los cuerpos policíacos y en la participación de la ciudadanía. Por su parte, Genaro García Luna, destacó los recurso tecnológicos para combatir a la delincuencia. Ninguno de los dos hizo el balance informe prometido sobre los resultados alcanzados con las primeras acciones emprendidas. Tampoco se mencionó el atentado sufrido la víspera por el general Francisco Fernández. ¿Un ajuste de mandos en la estrategia? Eso parece.
Ese mismo día, en una comida que se prolongó por cuatro horas en Los Pinos, el presidente Calderón se reunió con la fracción de los diputados priístas en San Lázaro. Emilio Ganboa Patrón leyó cartilla e hizo pliego petitorio. Felipe Calderón tomo nota y resaltó coincidencias. Un encuentro en el que el PRI se ha aprovechado espléndidamente de dos circunstancias coyunturales: las reticencias del PRD a reunirse con el Ejecutivo y el fuego amigo que ha amargado los primeros días de gobierno con el par de bocazas, Vicente Fox y Manuel Espino.
Pero la reunión conduce al tema que el gobierno ha tratado de mantener fuera del reflector de sus oficinas. Pero el tema por fin se enunció allí: la reforma fiscal. Lo planteó Gamboa Patrón, coincidió el Presidente en un enunciado críptico: no a la mejor reforma, sí a la reforma posible. El país lleva décadas al amparo de este enunciado, desde los tiempos de Antonio Ortiz Mena ¿1969? El Presidente no ignora que este es el tema que dará viabilidad a los cien anuncios. Que el secretario de Hacienda y las huestes itamitas están trabajando para ello. Y no encuentran la fórmula que tercie entre una reforma regresiva y otra redistributiva. Ese es el arreglón que por sus especificaciones técnicas y poderosos intereses, la inmensa mayoría de los mexicanos se encuentra al margen, pues no hay peras y manzanas que lo ilustren.
En ese debate y en la definición tiene que estar la izquierda y hasta ahora su voz más persistente ha sido la de economistas destacados: David Ibarra y Rolando Cordera, que todas la semanas ponen el dedo en la llaga. La reforma fiscal como la real oportunidad para el rebase por la izquierda prometido, también para los anhelos de centro izquierda que se expresan en el PRI .
Por el lado de la seguridad pública, el domingo 4 de marzo el semanario Proceso presentó un reportaje durísimo en contra de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública. El martes 6, el general de división, Francisco Fernández Solís sufre en atentado en Villahermosa, Tabasco, donde despacha como secretario de seguridad en el gobierno de Andrés Granier. Para el día miércoles, se hace la presentación de la estrategia integral de prevención del delito y combate a la delincuencia.
Destaca de esta presentación de combate a la delincuencia un cambio de color, el verde olivo cedió su lugar al cuello blanco, también gris, de lo que el presidente Calderón llamó las fuerzas del orden. En su alocución, el Ejecutivo hizo énfasis en la moralización de los cuerpos policíacos y en la participación de la ciudadanía. Por su parte, Genaro García Luna, destacó los recurso tecnológicos para combatir a la delincuencia. Ninguno de los dos hizo el balance informe prometido sobre los resultados alcanzados con las primeras acciones emprendidas. Tampoco se mencionó el atentado sufrido la víspera por el general Francisco Fernández. ¿Un ajuste de mandos en la estrategia? Eso parece.
Ese mismo día, en una comida que se prolongó por cuatro horas en Los Pinos, el presidente Calderón se reunió con la fracción de los diputados priístas en San Lázaro. Emilio Ganboa Patrón leyó cartilla e hizo pliego petitorio. Felipe Calderón tomo nota y resaltó coincidencias. Un encuentro en el que el PRI se ha aprovechado espléndidamente de dos circunstancias coyunturales: las reticencias del PRD a reunirse con el Ejecutivo y el fuego amigo que ha amargado los primeros días de gobierno con el par de bocazas, Vicente Fox y Manuel Espino.
Pero la reunión conduce al tema que el gobierno ha tratado de mantener fuera del reflector de sus oficinas. Pero el tema por fin se enunció allí: la reforma fiscal. Lo planteó Gamboa Patrón, coincidió el Presidente en un enunciado críptico: no a la mejor reforma, sí a la reforma posible. El país lleva décadas al amparo de este enunciado, desde los tiempos de Antonio Ortiz Mena ¿1969? El Presidente no ignora que este es el tema que dará viabilidad a los cien anuncios. Que el secretario de Hacienda y las huestes itamitas están trabajando para ello. Y no encuentran la fórmula que tercie entre una reforma regresiva y otra redistributiva. Ese es el arreglón que por sus especificaciones técnicas y poderosos intereses, la inmensa mayoría de los mexicanos se encuentra al margen, pues no hay peras y manzanas que lo ilustren.
En ese debate y en la definición tiene que estar la izquierda y hasta ahora su voz más persistente ha sido la de economistas destacados: David Ibarra y Rolando Cordera, que todas la semanas ponen el dedo en la llaga. La reforma fiscal como la real oportunidad para el rebase por la izquierda prometido, también para los anhelos de centro izquierda que se expresan en el PRI .
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