Independientemente del desenlace,
el proceso que se le sigue a Genaro García Luna en la ciudad de Nueva York, el
caso contiene una veta de Estado. Esta se refiere al comportamiento indebido
del poder político que traiciona las normas jurídicas que se ha dado y lo
sostienen. El Estado opera en una zona oscura coloquialmente denominada sótanos
del poder, desde donde se neutraliza a los adversarios políticos de determinado
régimen. El plural sótano, me imagino, se refiere a que se dispone de varias edificaciones
oscuras como los sótanos, para planear y perpetrar actos inhumanos como la
tortura y hasta la aniquilación.
Los sótanos pueden sugerir algo
más que un edificio y persecución política. También pueden referir a
maquinaciones entre el poder y otros agentes para arreglar negocios económicos
o empresariales (adquisiciones, contratos, concesiones, privatizaciones) sin
publicidad o fuera de escrutinio y se gestan en una zona oscura. El sótano bien
puede ser un salón privado de un restaurante o la suite de un hotel, evitando
deliberadamente el uso de edificios públicos.
Hay sótanos que tienen otra
especialidad funcional, orientada a consumar acuerdos con la delincuencia
organizada. Quiero creer que con AMLO este tipo de sótanos, como los
anteriores, han quedado clausurados. De manera directa el que alude a lo que
fueron las operaciones de García Luna. No ha sido fácil para el gobierno mover
inveterados procederes. No es suficiente el modo tecnocrático de exponer cifras
sobre la delincuencia, sus delitos. Hay que recordar, en el pasado los sótanos
del poder para atender a la delincuencia organizada tenían diversos
administradores: Ejército, Gobernación, Marina, PGR y la Secretaría de
Seguridad, por lo que se refiere al ámbito del Ejecutivo, nada más.
Una figura legendaria de la atrocidad
oficial/no oficial fue Mario Arturo Acosta Chaparro. Egresado del Colegio
Militar, destacó en sus primeros años de servicio como agente de la guerra
sucia. Los vientos neoliberales llevaron al militar a operaciones antinarcotráfico
consecuentemente transmutadas en alianza con una organización delictiva. Fue
llevado a juicio en tiempos de Fox y se le condenó por su colaboración con el
crimen. Encarcelado en 2002, fue excarcelado cinco años después por Felipe
Calderón y rehabilitado a los sótanos. Acosta Chaparro fue ejecutado a las
afueras de un taller mecánico en la CDMX en abril de 2012. Lo consumió el
riesgo de dobletear, con la oficialidad y la delincuencia. En ese riesgo estuvo
García Luna, hasta que lo capturó el gobierno de Estados Unidos. El mismo
riesgo que corrieron altos funcionarios de Fox y Calderón, quienes sucumbieron
de manera desastrosa.
Por lo hasta aquí expuesto, el
proceso que se dirime en la ciudad de Nueva York tiene alcances políticos más
profundos que el llamado maxi-proceso contra Mario Villanueva, exgobernador de
Quintana Roo. Se trata de un parteaguas, da fin a una época de arreglos con el
narcotráfico, además, puede ser la tumba de un sector de la clase política.
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