“Conviene, en verdad, evitar
todas las acciones deshonestas, no como actos ilegales, sino como actos
vergonzosos;”
“Pero conviene anteponer los
intereses públicos a los privados”
Gayo Plinio Cecilio Segundo.
Realmente, en términos
periodísticos no se ha explotado la información desprendida de los Papeles de
Pandora. El uso de “offshore” por más de tres mil mexicanos lo hicieron petardo
al enfocarlo a gente relacionada con la 4T. Lo minimizaron miserablemente. Muy
cuidadosos, los medios involucrados en la difusión, por no hacer un enfoque pormenorizado
hacia empresarios regiomontanos. Mucho menos se les ha ocurrido hacer la gran
asociación entre la “inversión” en paraísos fiscales de empresarios
relacionados con la condonación de impuestos, con los contratos de
infraestructura pública o provisión de medicamentos, ni de concesiones del
Estado (en energía, minería, telecomunicaciones) Los Papeles de Pandora en su
versión mediatizada sólo remiten a una argucia legal para evadir impuestos el país
de origen de los capitales. Pero un reportaje robusto con el cúmulo de
información daría con el núcleo de la oligarquía. Ojalá se animen Proceso
y Quinto Elemento Lab.
Todo esto lo pongo al principio
porque está relacionado con la reforma eléctrica. Describe lo que ha sido el
neoliberalismo en México, por lo que se refiere a: depredar la riqueza pública
en beneficio de muy pocos, poquísimos.
Hace ocho años se había sentenciado
la defunción de la Comisión Federal de Electricidad y de Petróleos Mexicanos.
Las palabras de los Manueles, Bartlett Díaz y Camacho Solís, se desestimaron en
el Senado. Eso sí, se ensañaron con Cuauhtémoc Cárdenas y se hicieron eco de la
monserga de especialistas, entre ellos el actual director editorial del diario Reforma.
Ocho años después los mexicanos,
no sólo los senadores, estamos en la tarea de corregir lo contrahecho. Lo que
hizo la reforma energética de Peña Nieto fue establecer un mercado amañado de
los energéticos, dirigido a favorecer a ciertos agentes y madrear a otros, a
los públicos. El libre comercio, la competencia, la competitividad fueron lo de
menos, palabras vacías. El mercado amañado ponía en manos de empresas predestinadas
y de políticos que las acompañaron el mercado de los energéticos.
La oligarquía se opuso a la
malograda Ley de la Industria Eléctrica. Con la reforma eléctrica de empaque
constitucional ya no podrán recurrir a sus amanuenses del Poder Judicial para
solicitar amparos. Y lo mejor, lo peor para ella, un Pueblo en pie de lucha que
será la pesadilla de los senadores y legisladores conservadores.
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