jueves, 21 de octubre de 2021

A las vencidas

En tres años se transformó la relación entre la presidencia de la república y los medios tradicionales de comunicación. Esto puede ser efecto de la coyuntura sexenal en su impronta Andrés Manuel López Obrador. Tal vez será la oportunidad para el periodismo, de mantenerse sin supeditarse a ningún poder, sea económico o político. Una utopía a consideración.

Por lo pronto, han pasado tres años en dos carriles de comunicación bien diferenciados, a través de los cuales la ciudadanía se informa de los asuntos públicos.

El carril de la 4T, impulsado por las mañaneras entre semana y por las asambleas populares los días de gira presidencial. Se consigue una amplia exhibición del quehacer gubernamental. De complemento, el Sistema Público de Radiodifusión y las redes sociales. Nadie puede sentirse desinformado en cantidad y calidad, algo no visto en este siglo respecto a las administraciones precedentes.

En el otro carril las grandes empresas periodísticas, descolocadas no sólo por la astringencia de los recursos provenientes del presupuesto federal, sino por la clausura de la relación de intimidad entre la prensa y el gobernante, vehículo del intercambio de favores que hoy brilla por su ausencia.

De un tiempo a esta parte, la fuente presidencial no es correspondida con los encabezados elogiosos de antes o nada más por dar espacio a los testimonios que ofrece el gobierno. Hay varios ejemplos. La relación entre México y los Estados Unidos pasa por un buen momento, no obstante, faltan crónicas, reportajes y opiniones que resalten el hecho. Por el contrario, la prensa tradicional ha apostado al quiebre de esa relación, hasta desear la confrontación entre los dos países; durante toda la pandemia por COVID-19, estimulados por las farmacéuticas, los grandes medios han jugado a desacreditar la política de salud y se ha ensañado con Hugo López-Gatell Ramírez. Un tema tan delicado ha sido ocasión para el envilecimiento informativo; hay obra pública que pasa de noche ante los medios, como la recuperación de espacios públicos que están dentro de asentamientos humanos marginados.

Se podrían mencionar otros ejemplos, así está la prensa de los magnates y sus subsidiarias, dispuesta a echar el resto en contra de la reforma eléctrica. Ignoro si tienen contratos con empresas que manejan las redes sociales emblemáticas y con los portales de noticias de Google y Microsoft Edge, para recuperar el acercamiento con segmentos de la audiencia. Lo cierto es el hecho de que los medios tradicionales se relanzan en internet porque por sí mismos han perdido el atractivo suficiente como para que la gente los busque con fervor.

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