Las cosas se han dispuesto en
estas elecciones de verano, sin incluir en el juego la presidencia de la
república, para que tengan una dimensión nacional. El hecho agrega un elemento
adicional: el refrendo popular al actual gobierno de México. A estas alturas es
innegable el avance del proceso de transformación y no enfrenta un proyecto
novedoso de contraste. La oposición está tan desorientada que se ha puesto a
disposición de un activista o empresario, quien lejos de ofrecer formalmente
una plataforma ideológica, ha engatusado a los partidos en la asunción del
fatalismo conservador. Esa es su oferta, la desesperanza y el miedo. Todo lo
que difunden tiene el tufo del pesimismo.
El optimismo es de MORENA, a
pesar de que no sea cabalmente consciente de ello. La fuente de su optimismo es
Andrés Manuel López Obrador. En contra de ese optimismo, juega dentro de MORENA
el difícil manejo del éxito, expresado en la lucha por los puestos. El proceso
de las candidaturas para acceder a los gobiernos de Guerrero y Nuevo León,
respectivamente, son elocuentes del daño que se puede autoinfligir ese partido.
Otro elemento por considerar es
el peso de los poderes locales de carácter fáctico. Hasta qué punto aceptarían
dichos poderes el avance MORENA en sus territorios, pienso en Aguascalientes y
Nuevo León, para el caso.
Otro plano de aproximación es la
autoridad electoral. Con una actuación letrista en los últimos días, el INE ha
enfocado sus sanciones hacia MORENA. De hecho, el INE no siempre sigue la letra
de la ley o, mejor puesto, se acomoda a su flexibilidad. Por ejemplo, durante
años se hizo de la vista gorda en el tema de la sobrerrepresentación en el
Poder Legislativo y apenas pone un correctivo cuando el año electoral está muy
avanzado. Otra rudeza de la autoridad es la cancelación de candidaturas, cuando
sabemos se dispone de un menú de sanciones a elegir. La multa ha sido la más
socorrida.
Finalmente, como ha ocurrido en
otras coyunturas electorales desde la época neoliberal, la indeseable comisión
de la acción gansteril del crimen organizado, sobre todo a nivel municipal de
algunas regiones, capturando los comicios para su beneficio. De esto está
informado el gobierno y la SSPC es la encargada de reducir el daño que los
delincuentes puedan hacerle al proceso.
Abrojo, cardo y espino, de lo que
está lleno el camino.
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