El historiador tiene la
instrucción, que con gusto se da a sí mismo, de poner en el tiempo sucesos, épocas, estructuras. La luminosa
línea del tiempo que distingue el antes y el después. Hacer algo así nos
conmina la explosión de feminicidios que se ha sostenido en los últimos años en
México. No es suficiente remitirse a la sociedad patriarcal o patriarcado para
explicar la violencia de género, además hay que indagar por qué en una sociedad
a la que se le estima moderna y liberal, la violencia de género se sostiene y
se expande.
En la perspectiva de la sucesión
de generaciones, los que nacimos en los años cincuenta del siglo pasado, cuando
el patriarcado tenía todavía un consenso que parecía inconmovible, no vimos una
proliferación de feminicidios como la que ocurre desde hace varias décadas. En
cambio, la generación de mexicanos que nació en los ochentas, le ha tocado
impactarse con una realidad distinta, el feminicidio se ha constituido en rasgo
criminológico distintivo de la sociedad mexicana.
Qué sucedió en los ochentas para
dar lugar a la explosión feminicida. Dos elementos destacan o quiero destacar.
La res-pública (cosa
pública) tiene un vuelco o vaciamiento en su contenido, la centralidad que la
orienta es el libre comercio y los derechos de propiedad, son la piedra angular
de las reformas exigidas por algunos centros de educación superior, partidos y
las cúpulas empresariales. En consonancia, se implantó la colonización de los
altos puestos burocráticos con el arribo de la tecnocracia especializada en
Economía, en la versión monetarista de la Macroeconomía. Reducir, minimizar lo
público, fue su cometido.
El otro elemento destacable,
independientemente de leyes, aparatos y poderes públicos formalmente orientados
a proporcionar seguridad y justicia, éstos se desnaturalizaron debido a la
asociación delictuosa -convenida o forzada- que se extendió entre
organizaciones criminales y autoridades de los tres niveles de gobierno.
Es bajo estas coordenadas, la
configuración degradada de la res-pública y la colusión de autoridades
delictivas están en la matriz de los feminicidios de los últimos años, no solo en
función del patriarcado. Esas coordenadas han resultado desastrosas para la
mayoría de los mexicanos. Por eso una voluntad mayoritaria, mediante el recurso
del voto, decidió pacíficamente robustecer la república en sus sistemas de
educación, seguridad y salud públicas, sin atentar libertades, cumpliendo
contratos y sin forzar derechos de propiedad con decretos expropiatorios.
Por una república democrática
real, México está en un proceso de transición, con resistencias de quienes no
aceptan que se cerró la cortina de una etapa de México para iniciar otra. Antes
y después.
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