Los gastos de la publicidad
gubernamental no regresarán a su era dorada, al menos no en este año 2020. Eso
será un ingrediente, solo eso, para que siga dentro de los medios un golpeteo
constante hacia el presidente López Obrador, pero no es la causa principal de
ese comportamiento persistente. Tiene que ver con los intereses afectados que
no directamente se refieren a los medios. Por encima de las diferencias entre
el gobierno con medios o algunos periodistas al servicio de lealtades añejas,
la libertad de prensa todos los días se pasea por la república con la frente en
alto.
En paralelo, no han faltado temas
en esta administración que ha iniciado su segundo año, en los que los
profesionales del periodismo encuentran filón para enfocar sus baterías en
contra de los proyectos presidenciales. Antes de asumir AMLO la investidura
presidencial se levantó la polvareda por la iniciativa de cancelación del
aeropuerto en Texcoco. Una vez que tomó las riendas del gobierno vino la
atención del problema del robo de combustible. En ambos casos hay intereses
creados, así como en otros asuntos que ya forman la cuenta del obradorismo en
acción, de la cual solo me referiré a dos.
El Tren Maya es el proyecto
desarrollista sobre el cual los ambientalistas, muchos de ocasión, han cargado
las tintas para detenerlo. En el pasado ha habido proyectos que sí han
impactado el medio ambiente de manera escandalosa y en su momento hubo poca o
nula oposición porque era un consenso para casi todos los proyectos
desarrollistas de cualquier tipo. Los años setenta del siglo pasado ofrecieron
el paradigma de los proyectos turísticos. Los espacios naturales que se
intervinieron, empezando por la Riviera Maya (no se le llamaba así al
principio) hasta nuestros días. Cierto que ahora son más difíciles de
establecer, Cabo Pulmo en Baja California Sur, por ejemplo. Removiendo mis
recuerdos, lo que ahora son centros de gran turismo eran verdaderos encuentros
con la naturaleza. Tener la oportunidad de conocer sitios y compararlos con su
condición actual, totalmente transformados e intervenidos. Cabo San Lucas, BCS,
con su acceso por ferry desde Puerto Vallarta, Jalisco, ya no está igual, los
negocios le ganaron terreno a la naturaleza; Bahía de Banderas (Jalisco y
Nayarit) con su fideicomiso célebre por sus fraudes y que después se replanteó
como Nuevo Vallarta, hoy en día totalmente urbanizada la línea costera de
Puerto Vallarta a la Cruz de Huanacastle. Los desarrolladores vencieron a los
ejidatarios y a la naturaleza; en la costa de Oaxaca, antes de explotar el
proyecto de Bahías de Huatulco que se inició en los ochenta, era una hilera de
pueblos de pescadores, como el de Puerto Escondido. Si llegaba uno por la Costa
de Guerrero o si abordaba la travesía por la Sierra Sur de Oaxaca, era turismo de
pueblear y lo renombraron de aventura.
Y sí, el turismo es una fuente de
negocios y empleos, de desigualdades y afectaciones al medio ambiente. El Tren
Maya es un proyecto que incursiona sobre un territorio intervenido por años, la
apuesta turística se hizo con anterioridad a la actual administración (No se
olvide, de paso, que el sistema ferroviario de pasajeros fue borrado de un
plumazo por Ernesto Zedillo y no se le llamó autoritario, ni dictador) El Tren
Maya tiene la ventaja de que prácticamente todo su recorrido cuenta con
derechos de vía. En primer lugar, la vía del ferrocarril que va de Palenque, en
Chiapas, a Mérida, Yucatán. También ocurren las autopistas las autopistas de la
Península que han generado respectivos derechos de vía, la más reciente de
Escárcega en Campeche a Bacalar, Quintana Roo, la cual se abrió paso en medio
de la Selva de Calakmul ¿Dónde estaban los ecologistas, las autoridades ambientales?
Lo que sí tiene qué conseguir el Tren Maya es desarrollo con equidad y eso está
por verse. Evitar caer en la publicidad complaciente como la del fracasado
proyecto foxista de la Escalera Náutica.
En este mes de enero, el tema que
ha dado rienda suelta a los periodicazos es la cancelación del Seguro Popular y
el inicio de las actividades del Instituto de Salud para el Bienestar.
Partiendo de la realidad de que el derecho a la salud plasmado en la
Constitución dista mucho de ser un derecho realmente ejercido para muchos
mexicanos -incluidos los afiliados al IMSS y al ISSSTE. La creación del hoy
extinto Seguro Popular fue una manera de darle la vuelta a una demanda social
no resuelta. Su primer defecto fue centrarse en la formación de un fideicomiso
que en los hechos se prestó a un mal uso de los recursos, según la Auditoría
Superior de la Federación; su segundo defecto fue no desarrollar un patrimonio
propio, operó con la infraestructura establecida, en los márgenes de la Ley de
la Administración Pública Federal; junto con todo ello, un tercer defecto fue
no formar recursos humanos propios con basificación, operando con personal
temporal, tal vez para evitar la formación de otro sindicato dentro del sector
salud.
Hoy en día no sabemos cabalmente de
los intereses que se formaron alrededor del fideicomiso, ajenos al servicio de
salud y en función predatoria. Bien podrían informar al respecto los anteriores
secretarios de Salud, de Julio Frenk a Narro Robles. Por lo pronto, el INSABI
se ha sacado la rifa del tigre.
Bueno, fuera de los temas
comentados y siempre dentro de la política, la comparecencia de Genaro García Luna ante
un juez de Brooklyn en Nueva York genera expectativas y tal vez no se colmen.
Que la espera se rubrique así: canta y no llores.
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