martes, 3 de diciembre de 2019

La calle y la plaza


James Ensor, La entrada de Cristo a Bruselas (1889)

Dos concentraciones políticas en la Ciudad de México. Primer domingo de diciembre, primer domingo de adviento. Año 2019. Las dos manifestaciones con participación voluntaria.

El gobierno del presidente López Obrador invitó a la ciudadanía a celebrar en el Zócalo su primer año de gobierno. A ella ocurrieron ciudadanos en pareja, en familia, en grupo de amigos característicamente. De los gremios se dejó ver una discreta participación de los maestros del SNTE y de contingentes propiamente dichos, los de la coalición en el poder. En la realización del perfil ciudadano, porque las organizaciones corporativas del campo y la ciudad se quedaron en el pasado. Explícitamente se convocó para reafirmar el compromiso del actual gobierno por abatir las desigualdades como la base para formar un país con justicia y ciudadanías plenas.

La otra concentración, liderada por la derecha política encabezada por el PAN, tuvo el acompañamiento del PRD y el PRI. Con un potente altavoz situado en la Plaza de la República - donde por ironía para los marchistas se encuentra el Monumento a la Revolución- equipo de sonido que retumbaba hasta la esquina de Juárez y Balderas con la consigna golpista ¡Fuera AMLO! La derecha sacó a la calle su ropaje anticomunista y católico que le ha caracterizado por décadas. Si los liberales se incluyeron en esta marcha, me parece que se hicieron muy chiquitos.

La concentración en la Plaza de la Constitución como emblema de una hegemonía en construcción, encaminada a consolidar una democracia sin rezagos sociales. Una hegemonía para afirmarse como tal requerirá de repetir en la arena electoral el triunfo contundente de 2018 en 2021 y en el año 2024. Eso lo sabe Andrés Manuel López Obrador, para ello tiene que mejorar los resultados en materia de seguridad. Pero algo que le preocupa en su fuero interno es que su propia imagen de honestidad quede desacreditada por los actos de corrupción de sus colaboradores y en franjas de su administración. Sabe que todos los días la inseguridad y la corrupción son los flancos más expuestos. Por eso cada día es un nuevo inicio para él.

La concentración del Monumento a la Revolución reunió a los perdedores, a los partidos que ya no controlan el presupuesto federal y que dejaron de servirse de la riqueza pública con holgura. Es el acceso a privilegios lo que los une, en poco estiman a sus conciudadanos. La desigualdad social, la inseguridad, la falta de justicia son realidades irremontables a las que se resignan mientras no sean escoriados por esos males.

Dos concentraciones, dos posturas políticas. Ha concluido un año en el que las expectativas se mantuvieron por encima de los contrastes. Batalla de las expectativas ganada para Andrés Manuel y el pueblo que lo sigue.

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