lunes, 4 de febrero de 2019

Volver a lo público

“…la democracia real y la justicia social exigen instituciones específicas propias, que no son simplemente las del mercado y que tampoco pueden reducirse a las instituciones parlamentarias y democráticas formales.”
Thomas Piketty

Ha quedado expuesto y, sin mayor ocultamiento, el regreso de lo público como centralidad del Estado. El molde al que se sometió el país México en los últimos decenios quedó hecho trizas por los males que trajo. El ejercicio de los tecnócratas esgrimió la corrupción como el causante de los males del país. Ellos se propusieron poner al centro a la iniciativa privada con el manido expediente del desprestigio de lo público. No es casual que el primer acto de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador haya sido la cancelación de la residencia oficial de Los Pinos. Edificación esta que se convirtió en el búnker desde donde se planeó y concertó el saqueo de la nación. Desde ese lugar se fraguaron los cambios constitucionales con el visto bueno de los empresarios influyentes, con la operación de la secretaría de hacienda dándole de comer de su mano a los partidos. Los Pinos distribuía la información privilegiada para medios y periodistas. Se apoyó generosamente a los think tanks para emborronar la historia de México, además que se les encargó la deturpación de lo público. Los entes autónomos, gestados para contener los excesos del Ejecutivo se convirtieron en palafreneros del neoliberalismo. Su burocracia dorada, higiénicamente aislada del pueblo, como alter ego de los tecnócratas.

Lo público habita de nuevo el Palacio Nacional. Desde esa sede los altos funcionarios acuerdan las decisiones del Ejecutivo. Por las mañanas el presidente da conferencias de prensa -a algunos les parecen homilías o sermones- las cuales han resultado un instrumento efectivo de comunicación gubernamental. Uno de los efectos de las coloquialmente llamadas mañaneras ha sido el restarle primicias al oficio del columnismo, las notas escasean en novedades, se recurre a los archivos preexistentes y a la interpretación del caso que se trate. Todas las mañanas se desgranan pausadamente las formas adoptadas en los gobiernos anteriores para mantener el mecanismo de la corrupción. En este ejercicio, la atención captada hacia el robo de hidrocarburos ha sido la pieza de la agenda, reveladora de cómo operaba el saqueo a la nación, en el cual funcionarios, empresas y cárteles convergían para robarle a los mexicanos.

Junto con la política encaminada a desmontar al neoliberalismo, la cual de manera directa apunta hacia los tecnócratas y a los vividores que los secundan, se pone en marcha una programación de políticas con el interés de fortalecer el Estado social. Ello ha representado reorientar los recursos públicos. Falta una descripción completa de la alteración de los recursos humanos que dictaba hacienda, no lo ha comunicado bien el actual gobierno. Se prohibía la creación de nuevas plazas de confianza en la administración federal y suprimían plazas para crear las direcciones generales adjuntas. Bajo esa prohibición se alimentó la contratación en el rubro del capítulo 3000 del presupuesto, empleos eventuales para decirlo con claridad, sin garantía laboral alguna. Esta perversidad ha salido a la luz pública y equívocamente se dice que es culpa de la nueva administración.


Así va despuntando el renacimiento de lo público.

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