miércoles, 4 de julio de 2018

Impresiones

A las elecciones del primero de julio del 2018 les aguarda un análisis reposado.

Sí, tenemos impresiones, de cada quién según su parecer.

Las encuestas fueron dando cuenta fiel de las preferencias del electorado, del fenómeno de una candidatura que tomó la punta, siguió avanzando y no se detuvo hasta ganar, para no dejar espacio al litigio judicial.

La democracia liberal funcionó avasallando el extremismo económico de los liberales, para los cuales no hay más línea que la suya.

Los magnates salieron a dar la pelea por sus creencias durante la campaña, asistidos por los cortesanos que suscribieron artículos y columnas en su defensa.

La libertad se abrió para religarse con la igualdad y la fraternidad, desprendiéndose del liberalismo predatorio y el individualismo posesivo, de una aristocratización basada en el dinero.

Una organización política con menos de seis años de existencia (MORENA) obtuvo un triunfo aplastante. Esta novel organización recibió el apoyo de votantes primerizos, pero de manera destacada adquirió su validación con el sufragio de quienes anteriormente habían votado por el PRD y el PRI -me incluyo en los segundos.

La votación descobijó al Pacto por México, el cual funcionó los dos primeros años de gobierno de Enrique Peña Nieto. Un consenso cupular en dos vías, con los organismos empresariales y con los dirigentes de los partidos que suscribieron el pacto. La gente ha votado por un nuevo pacto social.


El PRI y el PRD abandonaron la legitimidad histórica de la revolución mexicana, se acogieron a las fórmulas de la economía liberal hasta la ignominia. Así alcanzaron una derrota que se ganaron a pulso.

A manera de placebo, capas de la población han vivido anestesiadas por las pulsiones aspiracionales basadas en el consumo compulsivo. Tal ha sido la fuerza de esta “cultura” que ha desarrollado su patología propia: la aporofobia, que de acuerdo con la filósofa Adela Cortina, se trata del miedo y/repulsión hacia los pobres. Para bien, la mayoría de los mexicanos votaron para fundar esperanzas en una vida mejor, sin miedos, ni discriminación.

El ánimo conciliador, de negociar para corregir, apunta hacia una dirección, la de formar una sociedad incluyente en la diversidad. El gran desafío de los mexicanos será el mantener a raya los fanatismos, tanto de los partidos que ganaron, como de los que no les fue concedida la presidencia de la república, también de los factores de poder.

México quiere dejar atrás el rostro de corrupción y violencia que se ha labrado con el desdén de los neoliberales hacia el pueblo. México quiere ser reconocido como un país soberano y democrático.


Son sólo impresiones que comparto.

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