A ojos vista, lo más destacable
de la campaña presidencial estelarizada por cuatro candidatos, ha sido la
capacidad de López Obrador para agregar voluntades. La experiencia cuenta y por
más que digan que es el mismo, AMLO tiene más soltura, ha limado su dicción
tabasqueña, aunque hable despacito. Su audiencia es múltiple, se dirige a todos
los sectores. Con prioridades, ya no practica el discurso de unos contra otros.
Ahora ha captado la atención de empresarios que viven la zozobra de la
inseguridad a pesar de pagar sus impuestos. Por primera vez, el norte del país
recibe a un candidato de izquierda con mejor disposición a escucharlo.
En la racionalidad simple de la
democracia electoral se aprecia imbatible el candidato de la coalición Juntos
haremos historia.
Para derrotarlo se ha echado a
andar una estrategia del mal. No importa que José Antonio Meade se vea torpe en
apariciones abiertas que exigen contacto popular, con un tramposo lenguaje
financiero que le ofrece a la gente más de lo mismo, incluida la guerra contra
el narco.
La estrategia del mal se compone
de un cuarto de guerra a la sombra, encabezado por el presidente Peña y dueños
de corporativos empresariales, con la disposición a recibir recomendaciones del
Departamento de Estado de Trump a través de Luis Videgaray. Se armará con el
uso indebido de la información del SAT y datos obtenidos de los bancos si es necesario.
La complacencia del INE se incluye en la estrategia, el regalo de la
candidatura independiente a Margarita Zavala.
El primer objetivo es
desbarrancar a Ricardo Anaya, candidato de la coalición Por México al frente.
Logrado esto, el segundo objetivo será disminuir la candidatura de López
Obrador. La guerra sucia ya se percibe en cabeceos informativos de los medios,
tasajeando los discursos de AMLO para difundir un sentido contrario a lo dicho
por el candidato.
Se reedita en ciertas formas la
estrategia del mal del año 2006. El uso del SAT para golpear un candidato. Un
candidato de paja en calidad de testaferro. La campaña de lodo en contra del
puntero. Meade en el papel de Felipe Calderón. Ricardo Anaya en el papel de
Roberto Madrazo. Margarita Zavala en el papel de Roberto Campa Cifrián. López
Obrador estelarizando a AMLO.
En contra de la estrategia del
mal voto masivo por el cambio, no a la continuidad.
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