“sueñan con que de algún modo van
aumentar y organizar el bienestar de la humanidad. Toda la desgracia está en
mirar a horizontes excesivamente amplios. Mejor es bajar los ojos con humildad,
pisar tierra y discernir cuál es el siguiente paso que tengo que dar.”
Teófanes el Recluso
Llevamos décadas consumiendo
reformas y nunca son suficientes. Los políticos se dan vuelo en su glotonería
reformadora y la mayoría de la población queda en ascuas. Orgullosos, dicen que
ahora el voto cuenta y se cuenta, que estamos abiertos al mundo en materia
comercial, obviando la formación de una cultura cívica al tiempo que se infla
el egotismo, la socialización del individualismo.
Hay malestar y no se le puede dar
la vuelta. El mes pasado el presidente Peña Nieto fue impedido de grabar un spot
en la Reserva de la Biósfera de Tehuacán-Cuicatlán, comuneros de Zapotitlán,
Puebla, lo rechazaron. Esta semana, el lunes, pobladores de Chiapa de Corzo, Chiapas, montaron barricadas para impedir otro evento del presidente. Si se
realizó, ni quien se acuerde: la protesta fue la noticia.
Ahora los políticos quieren
disponer otras reformas. Reconocer en la ley los gobiernos de coalición y su
mecánica semiparlamentaria. También quieren autorizar la segunda vuelta
electoral en caso de una elección cerrada por la presidencia de la república. Genialidades
para garantizar acuerdos mafiosos y legitimar la dictadura constitucional. Se
dirá en favor, otras partes del mundo funcionan con estas instituciones
políticas. Pero en México, con políticos que juegan para hacer negocios y sólo
por formalidad hacen servicio hacia sus conciudadanos. En la clase política
mexicana, como en los casinos, la casa nunca pierde. Viven de la perorata de
las reformas que México necesita, evitan cuestionar sobre los políticos que
México necesita. Qué va, ellos no se jubilan, aunque algunos se pensionen.
Ese manido arte de dorar la
píldora está a la vista con la asamblea veintidós del PRI. Es previsible que
Peña Nieto controle el circo. Los líderes con voz y voto, no el grueso de la
asamblea, ni la multitud de los priístas, llegarán para acordar. Sin ofender al
presidente, sin quedarse con las manos vacías por participar. Un asunto entre
particulares. Si acaso, avalar una candidatura externa -apartidista- para la
presidencia. Priístas, véanse en el espejo del PRD con el apartidista Mancera:
la Ciudad de México se les ha ido de las manos.
Otra charanga que suena es la del
frente amplio, con violines desafinados del PAN y el PRD. En el partido de la
derecha la pugna está de azul tirando a morado. Hay la corriente afecta al
expresidente Calderón. La corriente peñista -eso se dice- que apoya a Rafael
Moreno Valle (expriísta) Están los que impulsan el frente amplio, con Ricardo
Anaya a la cabeza; del partido de la izquierda está la convicción de que
aliarse con el PAN le garantiza triunfos para obtener la cuota de votos y
mantenerse como fuerza política nacional. La migración de militantes y la
carencia de un prospecto de peso para llevarlo a la presidencia los obliga a
formar un frente. El frente amplio funciona en países con cultura política,
como Uruguay. Con figuras como José Mujica, lo opuesto al político deseoso de
cultivar sus propios negocios.
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