Ha llegado febrero, el mes verde
olivo. Enero se ha ido no sin antes plantar una serie de mensajes a seguir,
ruta en los meses por venir, si se puede, para lo que resta de la actual
administración.
El regreso al penal del altiplano
de Joaquín Guzmán Loera, de donde se había fugado en julio pasado, no modifica
la tendencia criminal que estigmatiza al país. En los medios, Guerrero y
Veracruz a la cabeza de este indeseable top
ten. La recaptura del Chapo no es suficiente para contener al crimen, se siguen
sucediendo asesinatos y desapariciones, justificación para las medidas de
excepción, fuera o dentro de la ley, se siguen afirmando.
El PRI viene por todo y con
teflón. Osorio Chong está a disposición de lo que diga el Presidente, no
influye a favor de sus allegados en la definición de las candidaturas a
gobernador en los estados con elecciones en puerta este año. Cercanos a Luis
Videgaray llevan mano. En cambio los beltronistas están como si portaran el
beso del diablo. El mismo Manlio Fabio Beltrones ya se descartó para el 2018.
La otra alternativa del oficialismo para la carrera presidencial es Aurelio
Nuño, aunque usted no lo crea. No es cuestión de creer donde pesa el afecto presidencial.
Con todo el espacio mediático que le proporcionan los inagotables saldos de la
llamada reforma educativa, Nuño todas las semanas habla de ella, con pausa y
sin emoción, en la pauta de discursos programados neurolinguísticamente –igual que
los de su jefe, a emulación de Vicente Fox. Mensajes inabordables para la
sesuda reflexión y con el riesgo de granjearse “dispepsia mental” (Huizinga).
Así son los discursos correctos de hogaño.
La oposición se ha partido en
dos. Una se parte adhiere al PRI, la otra fragmenta el voto opositor. Mejor
imposible. Sólo queda el desabrido consenso para la promulgación de un nuevo
estatuto de la capital de la república, el estatuto político Ciudad de México,
sin contar con el aprecio del festejo popular. Un acuerdo de camarillas.
Lo que pudo detener la marcha
invencible fue el escándalo alrededor de Humberto Moreira, la especie sobre delitos
en agravio del patrimonio del estado de Coahuila se marchitó o eso parece.
Baste recordar que el guion de la saga Moreira tiene derechos reservados en
Estados Unidos y oficialmente no lo han cancelado allá. Sigue en el ambiente el
efecto del tremor de una diligencia promovida por nuestros vecinos y secundada
por la madre patria, nuestros dos gloriosos colonizadores en connivencia, ni
más ni menos. Queda la pena del bofetón en forma de réplica a la celebración de
Peña Nieto #Misioncumplida después
de que se aprehendió a Moreira, a lo mejor se trató de una broma muy pesada.
Moreira quedó libre por falta de pruebas, la justicia española hizo el ridículo
y el Tío Sam se mesó la barba. En México nada más se hizo silencio, de parte de
la autoridad ni siquiera se dio espacio para exigir una disculpa, ni pena valió
mostrar leve indignación. Una vez liberado el coahuilense se impuso el pacto de
silencio.
No hay duda, la revolución
conservadora sigue adelante, no hay oposición ni sociedad civil que la resista.
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