“Hay mistificación a partir del
momento en que hay racionalización en nombre de cualquier instancia que sea.”
Jean Baudrillard
Un populista, manipulador de
masas como la sección 22 de los maestros de Oaxaca, diseñador de un proyecto
inmobiliario en los Estados Unidos, bajo un esquema familiar incrustado en
empresas fantasma, con el fin de no aparecer como propietario. Más enredado ni
el quesillo.
Un tecnócrata, al que le parece muy ético ser
funcionario de Agricultura y después pasarse a una trasnacional del ramo,
fungir como secretario de energía y después pasar a un consorcio energético.
Compinche de grandes empresarios, sigue disfrutando de los beneficios del
régimen.
Un miembro de la dinastía originalmente
radicada en Santiago Tianguistengo, innovadora del modelo del político
empresario, beneficiario de un capital que se forjó al amparo de la Compañía
Nacional de Subsistencias Populares, para empezar, después seguiría el gobierno
del Estado de México, el DDF, Turismo y Agricultura.
Que si los bienes inmobiliarios
en varias localidades de los Estados Unidos, que si las cuentas de inversión
radicadas en Suiza por la especie híbrida del político empresario. El caso es
no marearse, esto es, ahogarse en la indignación y después flotar en la
frivolización, hasta la aceptación: así somos, qué se le va hacer.
Se está ante la oportunidad de
correr el velo que cubre la estructura de la corrupción y desmontarla, al menos
en parte. Las condiciones “legales” establecidas tiempo ha, permiten a quien
tiene control sobre una unidad administrativa gubernamental –del tamaño y nivel
que sea- que recibe y maneja recursos públicos servirse de x aparato público
para enriquecimiento personal. Privatización silenciosa y vergonzante pues no
se atreve a decir su nombre. De nada ha servido la legislación pues sus
candados tienen llave. Si por casualidad se diera con una malversación ésta,
las más de las veces, sólo alcanza sanciones administrativas. Es del dominio
popular, todo alto funcionario público, que se precie de serlo, considera la
“buena” conducción y ejercicio de sus responsabilidades como palanca para
incrementar su patrimonio más allá de los límites de sus ingresos como servidor
público. Es una tradición. Y aquí no ha habido reforma estructural que valga.
Por eso se necesita romper la trasmutación y reversibilidad del oficio público
al negocio privado, de lo privado al público.
No es
suficiente adoptar medidas burocráticas o hacer nombramientos. Tampoco será
suficiente armar expedientes, como se rumora, para saciar venganzas. Se tiene
que encarecer el atractivo de la corrupción elevando las sanciones
administrativas hacia las de tipo penal. Quiere o no quiere el gobierno
transformar a México, pasar de un régimen de simulacro y expolio, a un régimen
de derecho y justicia. Dados los niveles de corrupción, de complicidad con
empresas privadas, la productividad, la competencia, el libre mercado son un
cuento.
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Respecto al epígrafe: En 1976, Jean Baudrillard ofrece
al lector francés El Intercambio
simbólico y la muerte, un trabajo con la herencia intelectual se Saussure y
Marx, la cual es puesta a colaborar con el dato etnográfico proporcionado por
la antropología de Mauss a Clastres. En este trabajo se hacen las exequias de
la lingüística estructural y el marxismo. La sociedad primitiva sirve de alto
contraste para exhibir el desatino de la modernidad, la diferencia entre
mantener a los muertos dentro de la sociedad o borrarlos de ella. Un libro en
el fiel del cambio de época, del Estado del bienestar al capitalismo salvaje.
Una lectura radical que México necesita. (Monte Ávila Editores, 1980)
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