martes, 13 de mayo de 2014

La narración desarticulada

En la senda de su gobierno, el presidente Enrique Peña Nieto tenía clara la narración que le diera contenido al gobierno eficaz: un paquete de reformas como medio para atraer inversiones; una estrategia de seguridad sustentada  en resultados sin abundar en la floritura propagandística y; un presidente conductor, esmerado en mantener la cohesión de sus principales colaboradores en torno al proyecto presidencial. Bajo este esquema, la saga encontraría un final feliz, abundancia económica y paz social.

Año y medio ha pasado y la narrativa ha quedado suspendida.

Del paquete de reformas, dos de corte económico están atoradas, telecomunicaciones y energética. En esa condición las inversiones no fluyen, eso se dice.

Otra reforma atorada en su formulación de ley secundaria es la electoral. La no bien explicada, menos urgente y distante reforma del interés ciudadano. Una reforma de políticos para los políticos. Un enredo innecesario.

De la reforma fiscal, concluida en sus términos legislativos, enfrenta una decidida oposición empresarial. Esta reforma, convertida en providencial pretexto para justificar la desconfianza del inversionista.

La reforma laboral sirvió para dos cosas: legalizar lo que ya se venía haciendo, precarizar el trabajo; dos, mostrar a los ojos de la sociedad un movimiento sindical anémico, de voz casi extinta.

La reforma educativa, de necesidad imperiosa a disposición de ser engullida por el magisterio y la burocracia, sin el compromiso explícito y actuante de un aparato educativo puesto en marcha asumiendo la reforma.

En el capítulo de la seguridad, sin esparcir incienso a sus logros, el gobierno ha dado golpes espectaculares, sin que por ello se perciba una ostensible mejora en la seguridad. El nudo, las condiciones que producen la inseguridad: impunidad, desigualdad, pobreza.

El trabajo más complicado, casi de laboratorio, destacado en atención a la descomposición social que llevó, entre otras cosas, a la formación de un poder dual, el del crimen organizado y el de las instituciones, ha colmado de incertidumbre el propósito de brindar seguridad: Michoacán. Las autodefensas, milicia irregular, surgida en varios municipios de ése estado, cual corte de los milagros, ya transformada en policía rural el 10 de mayo, no es garantía de seguridad, ni dispensadora de la mayor de las confianzas: el Cinco, el Gringo, el Dr. Mireles, el Abuelo y Papa Pitufo. Qué reparto. Lo escalofriante es el vacío informativo sobre el cómo fueron las negociaciones para darle institucionalidad a las autodefensas.


Para finalizar, la conducción y cohesión del gabinete es parte de la trama en la que se ha dedicado Peña Nieto. El desgaste hace razonable un ajuste para retomar la narrativa, para modificarla o sólo para obtener la mayoría absoluta en San Lázaro. Es posible el final feliz enfrentando una rebeldía elitista, además de una sociedad aceradamente desconfiada. Es cuando el servicio público se gane el respaldo de la sociedad, sin limitarse a administrar rentas burocráticas. Inercias a la espera de ser superadas por el gobierno eficaz.


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