Tenemos un modelo de poder que
aplaude la codicia y estimula la concentración de riqueza en pocas manos (los datos
dados a conocer por Coneval son elocuentes) Un modelo de poder que emerge del
desmantelamiento consistente y persistente de disposiciones constitucionales y
jurídicas que apuntalaron la estabilidad política con ejercicio autoritario. En
consecuencia el desgobierno se extiende sobre una desagradable polaridad donde
los ricos se hacen más ricos y los pobres son más. La burocracia política se
hace más torpe, enfocada sólo en atender los interese y demandas de los que son
menos, pero tienen la riqueza y el poder.
Bajo este modelo de poder el
rendimiento de la democracia no cubre las expectativas de una vida mejor para
la población en su conjunto (el mismo gobierno ha dado la voz de alarma
respecto a la informalidad económica creciente) Las fórmulas de gobierno
democráticas son impotentes para transformar la realidad. Los gobernantes se
sumen en la rechifla diaria del respetable, aun así, están dispuestos están
dispuestos a profundizar el modelo de poder.
En esas estamos cuando ocurre el
asesinato de dos miembros de la marina, el vicealmirante Carlos Miguel Salazar
Ramonet y uno de sus escoltas, Ricardo Francisco Fernández Mercado. La voz escandalizada
de los medios y de la opinión sube de decibel, hace ruido y es enceguecedora.
Se despotrica en contra de los gobernantes y éstos aceptan impávidos toda la
mierda que les cae. El colmo es que se le llegue a otorgar razón a la
estrategia de la administración anterior, precisamente aquella que le dio vuelo
a los delincuentes al considerarlos enemigos de guerra.
Como dijo Roberto Roena,
sentémonos a pensar.
Acaso la delincuencia organizada
no está alineada al imperativo dominante de la riqueza es poder. Entonces, bajo
este principio valorativo a la delincuencia se le ha hecho fácil montar un
negocio no autorizado de producir y trasegar drogas, negocio que se ramifica
hacia la extorsión y el secuestro.
Visto así, cualquier estrategia
militarista, policial, judicial en contra de los narco negocios es limitada.
Estamos ante un negocio pujante pues se realiza en un mercado atractivo en
ganancias pues tiene consumidores garantizados y no han dejado de crecer en su
número. Contra ello existe prevención social ¿Es suficiente? La respuesta está
en el largo plazo.
Están los consumidores, la
cuestión es poner a disposición el producto. Éste se produce aquí o se importa.
La oferta está disponible porque no se han erradicado los cultivos de estupefacientes
y porque el sistema aduanero es débil para detectar y confiscar el trasiego de
drogas.
Otro elemento para este negocio
es disponer de recursos humanos y al crimen organizado fuerza de trabajo no le
falta en la variedad actividades y oficios que utiliza. Esto gracias a los excluidos
que produce el mercado formal, sin dejar fuera a los delincuentes de cuello
blanco incrustados en el sistema financiero y de inversiones, además del valor
agregado que aportan servidores públicos corruptos.
Y falta el componente más
explosivo de este negocio, el recurso de las armas de alto poder y de supuesto
uso exclusivo del Ejército. Mientras el crimen organizado tenga a acceso al
mercado de armas seguiremos siendo informados de lamentables hechos de
violencia. La oferta estadounidense de armas sigue imperturbable, el gobierno
norteamericano no ha hecho nada efectivo para contener el comercio de armas
hacia las organizaciones delictivas que operan en México. Las condiciones están
puestas y parece no importar que la sangre corra de lo lindo.
No es tiempo entonces de cambiar
el modelo de poder que prohíja la explosión del crimen organizado.
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