Mucho sufrió este país con quien
hoy es ex gobernante, Felipe Calderón Hinojosa, quien hizo de su estulticia
estrategia. El estorbo prepara maletas. Que la liturgia esperanzadora del
adviento impulse al nuevo gobierno, pues la herencia de desigualdad social e
inseguridad son reto inmenso por abatir. La diada desigualdad-inseguridad son
el núcleo de la atención, organizan los tres ejes y los trece programas ya
divulgados para un solo objetivo, el bienestar de los mexicanos.
Se van asentando las cosas, o se
está en esa vía. Pronto veremos la aprobación de las reformas que se atoraron
en la última semana en el Congreso. El pacto entre las fuerzas políticas se
firma sin que sea suficiente motivo para que el badajo choque las campanas. La
polvareda de un cambio de gobierno, en apariencia terso, tiene que terminar por
disiparse. Paradójicamente un beneficiario indirecto del nuevo clima es Acción
Nacional, el partido que fue sacado de Los Pinos. Al PAN lo perdió el hoy ex
presidente. Una muestra del nuevo trato es que en el ejercicio de sus
facultades estatutarias, Gustavo Madero cambie al coordinador parlamentario de
su partido en el Senado.
Parte de lo que formó la
polvareda fue el trajín palaciego de la madrugada del primero de diciembre. La
entrega del mando, la protesta del gabinete de seguridad y el posterior
traspaso de despachos fue un teatro innecesario hasta que no se explique y
funde la necesidad de esos protocolos. Cierto que la situación no era de remanso, tan no lo era que ya para
la mañana los invitados a la ceremonia de protesta de Enrique Peña Nieto en San
Lázaro, provenientes del extranjero, no estuvieron presentes.
También hubo polvareda afuera del
recinto legislativo y tuvo curso itinerante hacia céntrica calle de la Capital.
Que en buena medida la protesta fue y es expresión natural de los jóvenes no me
indigna, yo también fui joven y sé de lo que se trata en un sentido existencial
de la rebeldía juvenil. No sabemos si alguno de los “vándalos” el día de mañana
pase a dirigir una secretaría de estado como la de desarrollo social. Se trata
de descalificarlos porque se dice que algunos de los muchachos en sus
declaraciones ministeriales afirmaron haber recibido 300 pesos para hacer
desmanes. Por favor, completen la información y digan quien les pagó, para que
proceda la averiguación completa. Infiltrados pagados que se incorporan a
movimientos es una historia por documentar e investigar. No sería extraño que
personajes ligados hoy al peñanietismo en el pasado hayan sido señalados como
promotores de esa práctica de infiltrar movimientos. Para no ir tan lejos, hace
seis años se vivió en la ciudad de Oaxaca la rebelión de la Asamblea de Pueblos
¿Acaso se investigó el pago de los infiltrados?
Así que no se sobrerreaccione
ante los sucesos vandálicos, como lo ha evitado la nueva autoridad federal y la
actual que rige a la Ciudad de México. El país no está para esas versiones del
pasado que hablaban de una mano negra, de los rojillos. Los hechos tienen que
investigarse sin escandalizar. Lo que realmente tiene que ser objeto de nuestra
atención, así lo entiende el nuevo gobierno y las fuerzas políticas, es
combatir la desigualdad social y la inseguridad, no hacerle el juego al
Ministerio de la Desinformación del poder mediático.
La función del nuevo sexenio ha
empezado.
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