jueves, 15 de noviembre de 2012

La fuerza de Peña Nieto


 

Quien haya leído la columna de Carlos Puig en Milenio Diario “El primer "strike" de Peña Nieto” la del martes 13 de noviembre, pudiere concluir que el sexenio de Enrique Peña Nieto será otro sexenio perdido, como si estuviera enganchado a la inercia de los últimos dieciocho años. Pocos acuerdos y escazas realizaciones, mucha división y encono. Directo, el columnista afirma: “La Presidencia de Enrique Peña Nieto no será, en los términos que él la definió, una ‘Presidencia democrática’.” Y concluye el autor citado: “No vaya a ser que nos espere un sexenio largo, largo …”

Las posibilidades reales de un gobierno que haga la diferencia del pasado inmediato están fundadas en la siembra efectiva de la consigna/insignia del próximo sexenio: transparencia y combate a la corrupción para un gobierno eficaz. El día de ayer se hizo, de parte del presidente electo, la entrega a los coordinadores parlamentarios del Partido Revolucionario Institucional las iniciativas para reformar el gobierno. No son iniciativas para ganar espacio en los medios, es el reconocimiento, la toma de consciencia, del desorden que impera en gran parte el aparato público federal, el desastre heredado del gabinete Montessori y el de los cuates.

Fortalecer la Secretaría de Gobernación no es una restauración sino establecer un sólido interlocutor para que el equipo del presidente no se desbalague, para evitar la recreación de una vocería de desmentidos, para que otros niveles de gobierno y los otros poderes formales coincidan en un mismo canal y reducir la fragmentación de los esfuerzos del servicio público en su conjunto. Lo sucedido en las inmediaciones del poblado de Tres Marías, en Morelos, el 24 de agosto pasado, fueron el colmo de la descoordinación del aparato que se suponía más seguro, el de seguridad. La Secretaría de Seguridad Pública no cumplió las expectativas y desde su creación se hizo más explosiva la inseguridad.

La Comisión Nacional Anticorrupción como sustituto de la Secretaría de la Función Pública es una promesa, una intención. El reto por establecer un combate efectivo contra histórica aberración cultural con más de quinientos años de vida. De inicio algo se tendrá qué hacer con la multitud de fondos y fideicomisos que se multiplicaron en los últimos años, la facilidad del dinero público de lábil auditoría que se repartió a manos llenas.

Perfilar a la Secretaria de la Reforma Agraria como encargada de la gestión del territorio, obligación de Estado venida a menos, aprovechado ese debilitamiento por el crimen organizado. Actualmente dicha secretaría tiene un papel muy discreto y lo que hoy se le propone tendrá que ajustar otras secretarías relacionadas con el tema  como Sedesol y Semarnat, definiendo una cabeza única de sector con autoridad, de la que se ha carecido lamentablemente.

Este es parte del paquete. Lo que hay que vislumbrar es la fuerza que dispone Enrique Peña Nieto más allá de la que le confiere la investidura por asumir. Por tratarse de un régimen democrático y plural no será una fuerza apabullante, pero bien organizada y coordinada en un rumbo de acción sí tiene una base para tener resultados. La fuerza de Peña Nieto la constituyen las fracciones  parlamentarias de su partido en ambas cámaras legislativas. Los gobernadores del PRI y los que surgidos de otras fuerzas políticas estén de acuerdo en la inaplazable reforma del aparato público. Los gobiernos municipales que se sumen a estas iniciativas. Hacer efectiva esta constelación le dará sustento sólido al nuevo presidente para llegar a acuerdos con los otros poderes formales.

De obtenerse resultados reconocibles en beneficio de la población, la arrogancia de los poderes fácticos y la apatía social pueden transformarse en apoyo a esta constelación de inicio.

Ya veremos.

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