miércoles, 19 de septiembre de 2012

Tensión


 

Concluye una administración, que sumada a la anterior, constituyen la experiencia de la primera alternancia que tomó entre sus manos, es un decir, las decisiones y las acciones del gobierno federal. Su primer obstáculo fue la falta de concepción del quehacer público. Esa carencia no la vieron como tal. Su punto conceptual, muy parecido al que expresa el candidato a la presidencia de los Estados Unidos Mitt Romney, se significa por el desprecio al servicio público y la pontificación del sector privado. Se vieron como gerentes, nunca como servidores públicos. El erario, lo tomaron como una simple extensión de sus bienes personales, de ahí la proclividad a la corrupción. No entendieron el principio fundacional de la Administración Pública, como el aparato que contribuye a disminuir desigualdades sociales. Tampoco entendieron al Estado, de ahí la facilidad con la que aceptaban y pedían el apoyo de Washington y la disposición para entrar en un Estado de guerra.

Ha iniciado el proceso de entrega y en los que salen se aprecia la tensión. Qué le dejan al nuevo gobierno: un polvorín (En la acepción de la RAE, situación que por su conflictividad puede estallar en cualquier momento) Tensión por encontrar a quién echarle la culpa, el miedo de que la exhibición de sus irregularidades pase de los periódicos al inicio de procedimientos de ley.

Qué le corresponde hacer al equipo que recibe, procesar la información que contiene la entrega, organizarla para hacerla pública, compartirla con la ciudadanía, para con esta comunicación fundar y presentar las primeras acciones del nuevo gobierno. De la efectividad de estos trabajos dependerá establecer las claves firmes para el siguiente proceso, el de la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo. Elaboración que bien informada y fundamentada, respetando los procedimientos a los que la ley obliga, nos saque de la improvisación de pesadilla en la se ha sumido al país en estos doce últimos años. Dar lugar a una planeación rectora, democrática dice la ley respectiva, que no se desperdigue en el chacoteo de la llamada planeación estratégica que en los hechos ha servido para los vividores de las consultorías. Una planeación de hechos, no de papeles, que sincronice virtuosamente con el presupuesto. No como ahora, donde la planeación y el presupuesto son realidades distantes.

Lamentablemente la tensión no se queda o limita a la burocracia que va de salida, también hay que anotar la tensión que se hereda a la nueva administración como resultado de la estrategia de combate al crimen organizado y la del encono social que se sembró.

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