lunes, 13 de febrero de 2012

Nueve de febrero




La efeméride está ahí, colgada en el calendario para que en su ocasión nos introduzcamos en el túnel del tiempo. Al menos eso se proponen las ceremonias oficiales: hablar del pasado para elogiar el presente. En este caso la conmemoración de La Marcha de la Lealtad. No es tarea fácil para un alto funcionario, pues la materia de la conmemoración le exige de asesoría para quedar bien con el pasado y con el presente. Más difícil es en estos tiempos, donde desde la misma autoridad se vitupera el pasado con la misma soltura con la que se mantienen prácticas establecidas en tiempos pretéritos.

Qué rollo.

Los hechos no salen bien librados de la avalancha retórica para apuntalar un mensaje, es decir, la propaganda gubernamental sobre su combate al crimen organizado. Y el General cumplió su encomienda más o menos pertrechada de claves, revelaciones y omisiones. Créanme, no tenía de otra. Si nos hubiera dicho toda la verdad gran escándalo se habría liado el General.

“México asiduamente dialoga con su pretérito para nunca desvincularse de su fundamento.” Qué quiso decir ante la evidencia de 12 años de gobierno peleado, en franca ruptura con varios fundamentos constitucionales de este país.

“La conjura se enarbolaba en las mentes de líderes facinerosos, que ansiaban hacerse del poder perturbando el orden constitucional.” Por qué se borran los nombres de los facinerosos, qué se proponían los que liquidaron un gobierno con todo y su gobernante. Acaso nos debemos saltar esa parte de la lección.

“Las aspiraciones de ayer, son ahora una realidad”. Pero no tanto, la interferencia de la delincuencia organizada está evaporando aspiraciones para que no se hagan realidad, de ahí la necesidad de hacer revelaciones. “El crimen organizado es un gran fenómeno delictivo de dimensiones cultural, sociológica y transnacional.” O sea que si el crimen organizado ha generado “valores” y prácticas (cultura) que han sido adoptadas por la sociedad (dimensión sociológica) y se reproducen más allá de nuestras fronteras (dimensión transnacional). Entonces, si es así, más complicada se pone la cosa y para ello se tiene que empezar por catalogar esos “valores” y describir las pautas de conducta que se le asocian, y esa elaboración no lo ha hecho la autoridad competente.

Y si en verdad se tienen ganas de enredar la explicación de los intrincados momentos que vivimos lo primero que se tiene que hacer es enredarse con la metáfora: “En la ciencia biológica, un ente nocivo, una vez que invade un organismo, inicia su labor predatoria para después, mutando, incrustarse parasitariamente, y establecer una simbiosis, en la que ya no es posible distinguir diferencia alguna entre ambos cuerpos. Metafóricamente hablando, ello ocurrió con la delincuencia organizada en nuestro país.”

Explicar la actualidad con las lecciones del “darwinismo social” bajo el brazo no ayuda mucho, es tanto como aceptar la futilidad del Estado, de la ley y de las instituciones, de la inteligencia que nos ha permitido vivir fuera de la ley de la selva.

Después de la metáfora, la simplificación tiene permiso. El fraseo sobre el origen y la evolución del crimen organizado: de las pandillas a las grandes bandas, sin datos ni contexto no dice nada. Lo que acalambra es la revelación que concluye la evolución delictiva: “En la dilatación de este proceso, la situación se tornó aún más grave. En algunas regiones del país, la delincuencia organizada se apropió de las instituciones del Estado. Y en ese apoderamiento, diversificó sus ominosas actividades para despojar a la sociedad de lo que por derecho le corresponde, generando un clima de violencia inusitado.

“Es evidente que en aquellas latitudes del territorio nacional, el espacio de la seguridad pública está totalmente rebasado. Es menester reconocer que es la seguridad interior la que hoy se encuentra seriamente amenazada.”

Con esta declaración la conclusión del respetable fue abrumadora: la estrategia inaugurada en diciembre de 2006 no ha funcionado en relación con los resultados revelados, los de un crimen organizado más poderoso.

Y lo que no dijo el General, lo que sabe pero no puede decir pues la lealtad es su divisa. No informa a la audiencia sobre el gran fracaso del Ejército en la formación de grupos especializados que finalmente terminan enrolándose en la delincuencia organizada (el caso de los GAFES y su trasformación en Zetas) Tampoco habló de las instrucciones norteamericanas recibidas por las autoridades mexicanas y que no resuelven el mal, pero como degradan la soberanía.

Bueno, uno tiene que dudar de que esta especie discursiva la haya hecho el General, mejor es suponer que sólo le dieron a leer la pieza redactada en Los Pinos.



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