Soy de quienes piensan que la
reforma política de 2007 era necesaria para corregir las desviaciones ocurridas
en el proceso electoral del 2006. La grosería con la que se actuó desde el
gobierno federal y los poderes fácticos tenían que ser respondidos con una
reforma. De esa reforma ha surgido el fantasma, no figura jurídica, de las
intercampañas. El tiempo del que disponen los partidos participantes en la
próxima contienda para arreglar sus reclamos internos. Un periodo de silencio
atendible para partidos y candidatos, nada más. Pero qué hay de los tres
niveles de gobierno, de las cámaras empresariales, de la Iglesia ¿También les
aplica el silencio? No.
Subliminalmente el gobierno
federal está bombardeando a los ciudadanos con una campaña de terror asociada
al combate a la delincuencia organizada. Diario, la propaganda oficial y los
hechos de sangre que siguen sucediéndose nos dibujan un México inestable y de
mucha vulnerabilidad, aunque se contradiga con el optimismo oficial de que se
está ganando la guerra y, con ello, se está reduciendo el número de homicidios.
Simultáneamente, se arma toda una campaña contra ex gobernadores priístas,
contra las condiciones lamentables de los reclusorios en territorio de
gobernadores priístas (Nuevo León y Tamaulipas) Este juego tiene todo menos
ingenuidad, pero sí mucha perversidad: articular el mensaje de que el crimen
organizado y el PRI son lo mismo.
El gobierno federal tiene todo el
periodo de intercampañas para machacar el mensaje que sin duda es ad hominen: dirigido a Enrique Peña
Nieto. En esa campaña ya los acompaña Hillary Clinton, secretaria de Estado
estadounidense, dispuesta a participar en la persecución gubernamental en
contra de los priístas desde su territorio y con el accionar de la celebérrima
DEA. No es casual bajo este esquema de inducción del miedo la noticia de que la
Secretaría de la Defensa Nacional está en intercampañas: “Activa el Ejército
unidad de combate contra el terrorismo”. Qué oportuno, no les parece. http://www.eluniversal.com.mx/impreso/wportada_20120222.pdf
En este inasible periodo de
silencio las cámaras empresariales tendrán tiempo para formar el retrato
hablado de quién tiene que ser el próximo gobernante. No nos sorprendamos si
ese retrato corresponde al de la Momia de Yécora, la candidata blanquiazul. En
este sentido se puede ensayar lo que ya avanzó la jerarquía católica indicando
porqué plataforma votar: la que no esté a favor de la interrupción del embarazo,
ni del matrimonio entre parejas del mismo sexo. Qué tal.
¿Quién los va a detener? El IFE,
sus Consejeros y demás altos funcionarios excesivamente bien pagados, no saben
cómo responder porque sólo atinan a ver el continente de la legislación
político-electoral. No se dan cuenta de que existe un territorio no regulado
desde el cual puede defender el orden y la equidad del proceso electoral en
marcha, ese territorio es el de la moral. Es desde ahí donde de manera
específica y sin restricciones puede combatir a un gobernante que ha demostrado
carecer de código moral. Felipe Calderón y quienes hoy dirigen el PAN se han
encargado de dilapidar lo que era su principal capital, la moral.
Bienvenidos a las intercampañas
del terror.
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