martes, 28 de febrero de 2012

¡Ay, pinza! No te cierres tanto





Como siempre, la sucesión presidencial se está decidiendo por movimientos extraelectorales. Las elecciones sólo van a envolver el resultado predeterminado, como en el denostado pasado. No hay manera de otorgarle credibilidad y seriedad a la contienda pues ésta se desarrolla precedida por una sucesión de simulacros intitulados: “El narco interviene en las elecciones, en buen plan de favorecer al PRI”. Quién diseño el guión, el Departamento de Estado, alguna agencia estadounidense o Los Pinos, es ya lo de menos, el cálculo se centra en reducir los riesgos de un verdadero juego democrático y dejar a los confiables amigos del gobierno norteamericano, el Partido Acción Nacional.


El reciente simulacro ocurrió en Monterrey, Nuevo León, con una manta pendiente de un puente suscrita por el cártel de los zetas. Este simulacro aparece tan burdo que no se le puede otorgar verosimilitud, lo interesante es que encaja muy bien con la propaganda gubernamental de asociar al PRI con el narco, también es coherente con las declaraciones de funcionarios estadounidenses que han venido en este año a México.


Desde el domingo, en los quioscos el semanario Proceso proponía a sus lectores la infiltración de los zetas en todo el aparato de seguridad del gobierno. Para el lunes, en su portal de internet del mencionado semanario ya se desplegaba el contenido de la manta mencionada arriba. Una manta hecha con paciencia, sin prisa ni derrames de pintura. Lista para demoler al gobernador de Nuevo León, al tiempo que amenazaba a dependencias federales y se burlaba de las agencias norteamericanas. Los zetas ufanándose de tener el poder, de imponer su ley. (Lo que hacen se entiende porque hay complicidad, arreglo, de lo contrario se tendría que visualizar la desaparición del Estado)


Con estos elementos, es inevitable referirse ya al poder de los zetas. Así, con toda la fuerza de esta descomunal exhibición mediática y con verdadera consternación lo hace Antonio Navalón en su artículo para El Universal. Como que todo está muy revuelto, sin cocer y no apto para digerirse en un ambiente que se identifica con la democracia. El azar no tiene lugar, es un proceso medido desde hace tiempo, desde que los zetas se gestaron en el seno de las fuerzas armadas, desprendiéndose de ellas pero no de sus códigos, dando lugar a una rara amalgama de cártel y grupo paramilitar.


No cabe duda, “las pinzas del Estado” se cierran para detener a Peña Nieto y a la oposición en bloque. Hay una mente criminal que desde el aparato del Estado opera el apretón. Mañana, tal vez ni los enternecedores artículos de Jesús Silva-Herzog Márquez se lleguen a publicar. La oposición y las autoridades electorales tienen que denunciar el simulacro que trae consigo un retroceso real de las libertades políticas.


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