Podría intitular “Mensajes enlazados, secuenciales, articulados o ligados”. Lo que quiero destacar, para que no se pierda de vista como el tema del crimen organizado es puesto por el gobernante con una intención política, esto es que se inserta irremediablemente en la lucha por el poder. Como dicen por ahí, en política no hay casualidades.
Se acuerdan que fue el martes 11 de octubre de este año cuando las versiones online de la prensa escrita comenzaron a circular la especie del “complot” frustrado que se proponía atentar contra el embajador de Arabia Saudita en Washington. Toda una trama de maldad, operación de infiltrados, ingenuidad y sobrada estupidez, puesta al descubierto por la alianza entre los gobernantes de Estados Unidos y México –Barack Obama y Felipe Calderón. Un “complot”, hasta hoy no demostrado, entre el terrorismo financiado por el gobierno de Irán y el grupo criminal de Los Zetas de México. El fiasco es que el supuesto terrorista arregló su “complot” con un agente de la DEA (Agencia antinarcóticos de los Estados Unidos) Más trucado no podía estar y por eso el “complot” ha pasado por el momento a la congeladora, quizá otro día sea de utilidad ponerlo en los medios. Lo que queda en la fantasía es el juego entre narcos y terroristas para posteriores elaboraciones en el miedo de la gente pues ese es el mensaje implícito.
El caso es mantener el tema del narco, de la delincuencia, durante el trascurso de este año electoral que corre. La polvareda del complot se desperdigó y era necesario darle un nuevo enganche, en esta ocasión proporcionado por el mismísimo presidente Calderón, quien al ser entrevistado por el The New York Times volvió a poner el tema del narco en una asociación con la política, en esta ocasión con mayor explicitud: en el PRI muchos quieren entrar en pacto con el crimen organizado. Asociación que no es la primera vez que se hace desde su gobierno y que seguramente no será la última. Declaración que el sábado 15 ya circulaba por internet. Después vinieron las aclaraciones oficiales que hicieron más opaca la posición oficial. Calderón quiere a los priístas en la cárcel.
No pasaron ni cinco días para que el tema de la narco política, sin información consolidada, se ganara las ocho columnas de algunos diarios en México. Ya en su formato del terrorismo internacional o en el de política electoral, se pintó un triángulo perverso que sobredimensiona las capacidades del crimen organizado, más allá del ámbito delictivo, poniéndolo a orquestar acciones con el gobierno de Irán y con el adversario político más fuerte que tiene el actual partido gobernante de México.
Es doble la irresponsabilidad del gobernante: una soltar la especie sin documentar, la otra, no iniciar procedimiento penal pues no se tiene la mentada documentación probatoria. Esta irresponsabilidad sólo es explicable por el pavor que tiene Felipe Calderón ante el regreso del PRI a Los Pinos. Pero una cosa es experimentar miedo como resultado de una sique atormentada y otra muy distinta alimentar el miedo colectivo. Cómo diablos se quiere avanzar un año electoral dentro de los límites de la normalidad cuando la ciudadanía queda advertida del “poderío” que ha adquirido el crimen organizado, al que se le supone capaz de estar al servicio de otro país para desarrollar actividades terroristas y de entrar en alianza con el partido de mayor identificación en el sentido del voto ciudadano que han registrado las encuestas.
En este momento de lo que deberíamos estar siendo informados los mexicanos es de los preparativos para concluir los resultados alcanzados por el Plan Nacional de Desarrollo. Los ciudadanos merecen una mejor difusión de lo que los partidos quieren realizar como programa del próximo gobierno. Una nación está condenada si sus dirigentes están convencidos de que el entretenimiento y el miedo son buenos sustitutos para paliar con las desigualdades y la insatisfacción de los derechos sociales: casa, comida, educación y salud.
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