La defensa de la estrategia de Felipe Calderón en contra del crimen organizado cada día se hace más insostenible. Ni el acuerdo para matizar la información al amparo de la llamada Iniciativa México podrá sostener la estrategia calderonista. La estrategia tiene que cambiar.
Ya no sólo es la opinión que se ha gestado al interior del país, al margen de la radio y la televisión, que reconoce las deficiencias del operativo conjunto del gabinete de seguridad para someter a la delincuencia organizada. Tampoco es cuestión del seguimiento de las filtraciones de WikiLeaks, que en la última entrega Blanche Petrich del lunes pasado, saca a la luz revelaciones de la embajada norteamericana en las que se consigna la preocupación de los diplomáticos de Estados Unidos acerca del endeble control de la Sedena sobre las confiscadas al narcotráfico.
Al día siguiente, la periodista citada abunda en los cables de la embajada para poner información acerca del tráfico de armas hacia México no ya en la ruta de la frontera Norte, sino a través de la frontera con Guatemala y por la cual llega armamento más letal. Esto sucede debido a que la vigilancia y el control del lado mexicano de esa frontera es muy frágil.
Pero no es consistente quedar atrapados por las filtraciones. Vale considerar los dichos norteamericanos que no son filtraciones, son declaraciones directas de sus funcionarios que hacen ver muy mal al gobierno de Calderón. Declaraciones como las del jefe del Comando Norte de los Estados Unidos, almirante James Winnefeld, quien afirma que los ingresos disponibles del narcotráfico son tan cuantiosos como para armar una de los diez mejores ejércitos del mundo (Según lo reporta el día de hoy David Brooks en La Jornada)
Y es que una guerra sostenida con mentiras o con información distorsionada podrá tener apoyo social de inicio, pero con el tiempo el apoyo se transforma en rechazo. El gobierno capturó a la banda que intervino en la ejecución de un agente norteamericano, James Zapata, en la carretera de San Luis Potosí a Monterrey. Esta acción no ha sido suficiente para resolver el caso. Ahora, las autoridades norteamericanas ofrecen una recompensa de cinco millones de dólares a quien ofrezca el paradero del asesino intelectual. O sea, que el trabajo de inteligencia mexicano quedó a medias, inconcluso.
Por más que lo quiera ocultar el gobierno, tarde o temprano surge información que no contribuye a favorecer la estrategia. Es el caso de siete personas que fueron levantadas al salir de una fiesta en Temixco, Morelos. Seguidamente fueron ejecutadas y después abandonadas al interior de un automóvil. Espantoso destino de los jóvenes a los que se victimó por hacer una denuncia de narcomenudistas. Denuncia que se hizo al Ejército y de la que indebidamente fue enterada la banda que los eliminó.
Así no se puede ganar una guerra.
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