Las definiciones político electorales de los últimos días en la entidad mexiquense son un episodio inserto dentro del duelo de estrategias en el camino hacia la sucesión presidencial del 2012. No son un laboratorio donde las variables son altamente manipulables. Se trata de un proceso en el que las fuerzas políticas (partidos) y grupos de poder (empresarios, sindicatos, iglesias, etc.) se embarcan en pos de la definición candidaturas al gobierno del Estado de México.
Los dos componentes que juegan en este proceso local están a la vista de todos y de cara al futuro: por un lado, abonar al proyecto de la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto. Del otro lado, la consolidación del esquema de alianza electoral que se consume en procurar la derrota del PRI. La serie de fintas, escarceos, que llanamente no han sido más que especulaciones y filtraciones, encontró su contención. Se abrió un juego de astucia.
El viernes 25 de marzo, Alejandro Encinas se inscribió dentro del proceso interno del PRD para ser considerado candidato a gobernador, lo hizo con un mensaje adicional y significativo: no a las alianzas con el PAN. Para ese día, la cargada en el PRI a favor de Alfredo del Mazo -presidente municipal de Huixquilucan- que parecía incontenible desde un mes antes, cuando las encuestas lo hacía aparecer como una opción competitiva, no contaba con el momento de reflexión, con la pausa obligada por la decisión de Encinas.
Bajo esta consideración, la posibilidad de la alianza opositora evidenciaba un debilitamiento mayor pues su principal prospecto no la aceptaba. No menos importante fue la consideración de que definido un contendiente que no le cuesta trabajo adoptar el perfil de busca pleito nato, se tuvo que enfrentar con una postulación priísta que por sí misma recayó en la persona que no tiene sobre sus espaldas una leyenda negra que cargar, así sea por herencia. Es así que se hace entendible la postulación del presidente municipal de Ecatepec, Eruviel Ávila. Eso no quiere decir que se evite del todo la guerra sucia en su contra. Ya desde ahora circula en columnas que la definición del PRI fue dedazo de Peña Nieto, también se afirma que fue la mano de Carlos Salinas y hasta de la profesora Elba Esther Gordillo. Si hubo dedazo, ése fue ejecutado de manera indirecta por Andrés Manuel López Obrador.
Así, con dos movimientos sucesivos adversos, la consulta de ayer domingo, realizada para validar con el respaldo de la ciudadanía la alianza opositora al PRI se extravió en el oportunismo obcecado que la alentó.
En modo alguno se puede concluir que el camino quedó allanado para el candidato priísta. Seguirá la disputa por otros medios, entre otros, los recursos y los amagos que se dispondrán desde Los Pinos. A parte, las tareas de formar equipo, elaborar propuesta y hacer campaña no se resuelven en la sola postulación. Tampoco se puede asegurar que el actual gobernador del Estado de México tiene la candidatura presidencial amarrada. En la disputa por el poder, entendida por la sucesión de aciertos, desaciertos y azares, nada queda escrito sobre piedra. Verdad de Perogrullo.
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