jueves, 2 de septiembre de 2010

Vámonos con el PRI


El mensaje alusivo al IV informe de gobierno, fue una puesta en escena que repitió la actual administración federal. Como en la anterior ocasión, se perfiló como un fracaso para convocar a las fuerzas políticas y a la sociedad a secundar lo que el Presidente quiere. No se aprendió de lo sucedido hace un año. El gobernante se mueve como si no hubiera más institución de gobierno que el Ejecutivo federal, como si su sola palabra valiera. Un absurdo por reeditar el día del presidente con convidados de piedra, al menos la jeta de los presentes se veía petrificada.



No fue un acto armado o planchado con otros actores, ya fueran políticos o de la sociedad, que ofreciera acuerdos explícitos. Se trataba de hacer audible al Presidente, la audiencia era lo de menos. En un formato así el desperdicio estaba asegurado. Felipe Calderón es terco y no aprovechó las opciones que le ofrecieron los priístas en la Cámara de Diputados y en la de Senadores. La invitación que se le hizo fue tamizada por la paranoia: si la propuesta viene del PRI ha de ser una trampa, una celada. Paranoia presidencial que exhibió mezquindad, falta de nobleza. Tan memorable fue el mensaje que tardaron horas para subirlo a la página de Los Pinos.


Un mensaje autocomplaciente con la autoridad emisora y exigente con los demás. Dándole la vuelta a las polémicas que la actual administración ha tenido con la sociedad política y civil, que nunca fueron sublimadas con los diez puntos para transformar a México, versión comprimida del mensaje que circulaba desolado en sus incoherencias y omisiones por la red. Por ejemplo, confundir la reforma económica con la liquidación de Luz y Fuerza. Hablar del combate al crimen organizado y no hacer mención a lo muertos y a sus deudos. Decir que las plazas de la educación básica se concursan, que no se venden o se heredan, e ignorar el rezago educativo. Un discurso que apela a la obediencia y, por eso, aniquila cualquier posibilidad para expresar entusiasmo.


Como ocurre en eventos políticos que ocultan su perversión en lo que no se dice, la reunión sugirió el plan B sucesorio de Felipe Calderón y es el siguiente: si no hay calderonista capaz de descollar en pos de la presidencia el plan B se llama Marcelo Ebrard.


Por eso, para salir del estancamiento y el deterioro, desde hoy vámonos con el PRI y el Memorándum de la UNAM.

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