Para otra ocasión, a la próxima, abordaremos el fenómeno Peña Nieto. Gobernador que ha sido objeto de iracundos comentarios. Por hoy dejaremos los temas que están en el ánimo de la prensa. Se tratará de un asunto muy personal y al mismo tiempo común a muchos ciudadanos, un tema que no ha tenido mayor continuidad o persistencia en los medios y casi siempre en la perspectiva de la catástrofe de las finanzas públicas: las pensiones y el ahorro para el retiro. No haré un encuadre técnico, no tengo capacidad para hacerlo. Lo que sí puedo es ofrecer la perspectiva vivencial. Desde la soledad del individuo y la tortuosidad del aparato público y la inoperancia de la representación gremial. Disculpen si resulto muy anecdótico.
Desde que se promulgó la nueva ley del Issste (Instituto de Seguridad Social al Servicio de los Trabajadores del Estado) entró en operación un esquema propagandístico de corta vida sobre las bondades de dicha ley, pero poco, muy poco se ha hecho por informar, asesorar y guiar a los trabajadores involucrados. Por ejemplo, la unificación de cuentas es un ejercicio de resistencia para el trabajador porque la autoridad así lo quiere. Ella tiene la base de datos donde aparece cada servidor público y las cuentas que acumuló en su travesía burocrática. No basta que el trabajador se identifique para unificar en una sola cuenta todos sus recursos del ahorro para el retiro y el fondo de vivienda, tuvo que pasar de dependencia en dependencia, de institución financiera en institución financiera, para mostrar documentos recientes de sus estados de cuenta. Y si lo consigue ello no significa que ya realizó su tarea, suele suceder que por error –quiero suponer- aunque se presente la documentación el empleado receptor no las integra debidamente en una cuenta. Como quien no quiere la cosa se dan omisiones que si uno no está atento el dinero ahorrado no queda registrado. Eso en el caso de quien se adentra en el trámite. Es de imaginarse la cantidad de recursos de quienes no unifican sus cuentas. En lugar de tantos anuncios de los logros de gobierno bien se debería hacer público que se va hacer con el recurso que queda bailando. Imagino que así como se repartieron banderitas el gobierno se podría comunicar con los ciudadanos involucrados, buscarlos y ponerlos al tanto directamente para que aseguren sus ahorros y verificar documentadamente qué ahorros no fueron reclamados.
Otro asunto es el historial de cotización. Ahí también se dan errores. Puede ocurrir que aunque el Issste tenga cierta información de los pasos laborales del servidor público, x dependencia puede negar unilateralmente periodos de cotización sin avisar, mucho menos convocar al trabajador a que documente su historia laboral. No reconoce y el Issste acepta sin chistar aunque afecte al trabajador, no avisa y el servidor queda en total indefensión para efectos del cálculo del Bono de Pensión. Otra vez el recurso queda bailando y no hay información pública al respecto. A chingarse y perder días taloneando lo que a uno le pertenece.
Lo más grave se da con los adultos mayores, que en el declive de su vida no están en plena capacidad para atender los trámites. Ver la fila de gente con bastón o en silla de ruedas que no es atendida de acuerdo a su circunstancia es una aflicción ajena, que parte el corazón. Es en esa situación donde de oficio el Instituto Nacional para la Atención de los Adultos Mayores se debería de prodigar brindando gestoría gratuita y no sólo dedicarse a procurar descuentos. Es ahí donde el líder de los burócratas debería estar el frente de los trabajadores y no dedicarse a derrochar las cuotas sindicales apostando en casinos de Las Vegas, Nevada.
Hoy he decidido no enojarme aunque haya perdido la mañana. Es un decir. La mañana me sirvió de material para elaborar esta comunicación que espero sea de interés. De paso, poner al descubierto la demagogia gubernamental de que con los nueve manuales que publicó recientemente se abate la tramitología. Nada de eso mi hermano, una palanca me hubiera allanado el camino.
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