Quién nos iba a decir que el México Bronco por fin despertaría. No precisamente como violencia política de grupos sociales inconformes, sino como resultado de un combate mal llamado guerra al narcotráfico. Lo que generaciones de mexicanos posteriores a la guerra cristera no vieron, ahora les toca ser testigos del salvajismo de la guerra, donde el verbo que más se práctica es el de matar. Nada nos garantiza que en el desarrollo de este combate se vayan acomodando elementos de naturaleza política que no han aparecido suficientemente claros, que detrás de la criminalidad se escondan intereses políticos. Es una hipótesis expuesta por el grupo político en el poder, que el mismo presidente Calderón ha vuelto a sugerir, ahora en Nuevo León. Este año electoral puede ser el catalizador para confirmar la especulación oficial.
Otro catalizador es la creciente influencia de los poderes fácticos, que al ir desplazando a los poderes formales terminen por hacer más revueltas las aguas del río, debilitando a las instituciones que dan forma a los poderes constitucionalmente establecidos. Ayer martes, por ejemplo, los poderes fácticos ganaron dos batallas en el campo del Poder legislativo. Se contuvo la desaparición del fuero militar para casos de agresión de la milicia en contra de los civiles y se detuvo la reforma llamada Ley de Medios. Las Televisoras y el Ejército se impusieron. Se vistieron de gloria ¡Ajá!
No basta la acción policíaca en contra del crimen organizado, se requiere la acción deliberada y eficaz del Estado para atenuar desigualdades sociales y contribuir a la formación del mercado interno. Se tienen los presupuestos, faltan los resultados, se tiene publicidad oficial, faltan las realidades que la validen.
No basta con abrir el club del optimismo y con el tratar de cambiar las negativas percepciones extendidas entre la población. Que no vengan a decir que la crítica al gobierno detiene el desarrollo. Que la democracia es nada más un método de deliberación El exceso de crítica al gobierno puede dañar el desarrollo del país: Lujambio ¿Y qué delibera la política? El estado del tiempo o sobre la regulación para el acceso a los recursos públicos y privados. Por favor.
Hasta el día de hoy el formato de la violencia se simplifica en una contienda entre policías y delincuentes. En cualquier momento la violencia puede adquirir un perfil político. El asesinato de Rey Hernández García, quien era dirigente estatal del Partido del Trabajo en el estado de Guerrero es el aviso de que se ha tocado el límite. Sostener que lo mataron porque quería una alianza de su partido con el PRD y el PAN es una provocación.
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