Ni-Ni no es un nuevo virus de influenza. Es una especie de acrónimo que nombra a los jóvenes que Ni estudian, Ni trabajan. Así lo ha dicho el Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro Robles. Son siete millones de jóvenes mexicanos los que ni estudian, ni trabajan. Esta condición los hace candidatos para incorporarse al crimen organizado. Eso dice el Rector. La cuestión es el país que los pone en esa condición. http://www.eluniversal.com.mx/primera/34037.html
La información de la nota periodística es magra, mucho hay que investigar al respecto. Aquí sólo se sugiere indagar, plantear preguntas que cuestionan las fronteras de lo dicho por el Rector.
¿Los Ni-Nis tienen una expresión cultural? Son “Emos”, “Punketos”, “Cholos”, teleadictos, cibernautas de tiempo completo, expertos en videojuegos. Están recluidos las veinticuatro horas del día en su casa o la calle es su hogar. Cuántos son pobres, cuántos no tienen problemas de ingreso, cuántos tienen una patología física o mental. Falla el diseño de las dependencias: la Secretaría de Educación Pública en su vertiente media y superior, la Secretaría del Trabajo en la capacitación o se trata de la marginalidad necesaria para el óptimo funcionamiento de los mercados.
Para decirlo crudamente: son la gente que sobra, que no tiene lugar ni en las aulas, ni en el mercado laboral. Un rezago social más, como el de la pobreza o los relacionados con la equidad de género. Una nueva clasificación estadística que masifica, que no admite nombre propio, ni domicilio. Estadística que no nos dice cómo se llaman, ni dónde están, pues eso sería el inicio para concederles respeto. Respeto que les es negado.
Los Ni-Nis son jóvenes mexicanos sin identidad que los inserte socialmente, ni voz reconocida en la escucha de la audiencia del poder. Son la dilapidación del bono demográfico. La caridad y la filantropía no los alcanza. No sabemos si están al amparo de una política pública o están a merced del crimen organizado o de la policía. Son resultado el desvanecimiento de los derechos sociales en aras de una competitividad que comprime y exprime el factor trabajo. No tienen esperanzas. El aquí y ahora tiene en ellos aspecto delincuencial. No se ve por donde desde su condición surja el clamor por sus derechos sociales, pues no se asumen portadores de esos derechos. Si eso ocurriera serían sujetos activos del estallido social.
Hoy, los Ni-Nis son la hendidura de un país fracturado entre trabajadores que salen a reclamar sus derechos y una élite que se le desgarra el corazón por lo niños que padecen alguna discapacidad.
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