martes, 3 de noviembre de 2009

Preparándonos para el 2010



Qué celebraremos el año que viene. El Bicentenario de una irritación social que tuvo por consigna ¡A coger gachupines! El Centenario de otra irritación social que entre sus consignas de justicia social el zapatismo acuñó ¡Tierra y Libertad!

Doscientos años después se ha formado una nueva irritación social y su consigna está por escribirse. Provisionalmente los “saltacomidas” podrían copiar a los piqueteros argentinos ¡Que se vayan todos!

No se ve cómo el actual gobierno pueda manejar el malestar de muchos. Por el contrario, las autoridades se esfuerzan por alentar la irritación. Todo porque las élites se obcecan en mantener un arreglo perverso de mutua conveniencia a costa de la mayoría. Los empresarios corporativos hacen como que pagan impuestos, los gobernantes hacen como que rinden cuentas. Se les hace más fácil aumentar o crear nuevos impuestos en lugar de imprimir eficacia a la recaudación y al aprovechamiento de los ya existentes.

No hay disposición de las élites, peor de parte de la clase política. El presidente Calderón reconoce que los grandes corporativos “rara, rara vez pagan impuestos” y no hace nada. Igual que Porfirio Díaz cuando declaraba hace cien años que México ya estaba preparado para la democracia. El PRI se enorgullece de que le enmendó la plana al paquete fiscal del gobierno. (Francisco Rojas y todos los diputados del PRI deberían tener claro que no se les dio la oportunidad de alcanzar el mayor grupo parlamentario para aumentar impuestos, sino para meterle verdadera presión al gobierno de Calderón y ajustarlo a que cumpla con la Constitución, salvo excepciones, les valió queso el mandato popular) Tales afirmaciones no quitan la esquilmada que darán a contribuyentes y consumidores para el 2010. Con qué cara van a salir a celebrar Felipe Calderón y su gabinete, Beatriz Paredes y los gobernadores del PRI. Seguramente lo harán desde un búnker que los blinde del populacho.

Los mexicanos quieren de sus representantes buenas noticias. No quieren seguir anclados al siglo pasado, como el legalismo para no cumplir las obligaciones fiscales de quienes más se enriquecen, seguir pagando la absurda deuda de Fobaproa/IPAB o manteniendo el contratismo que ayuda a que algunos políticos no sean pobres políticos pobres.

A las élites no les avergüenza que más mexicanos engrosen las filas de pobreza, que se precarice la clase media, que la economía informal y la delincuencia se establezcan como extendido modo de vida. Saben que las cosas no andan bien pero no están dispuestas a disminuir privilegios.

A las cuatrocientas corporaciones empresariales tampoco les da vergüenza acogerse a recibir beneficios fiscales que para efectos prácticos resultan subsidios disfrazados. Todavía les alcanza la cara para que, encabezados por Televisa, organicen su Teletón. Teatro de la filantropía de las telecomunicaciones que sirve para exentar más impuestos. Para qué ser competitivos si el gobierno les auxilia a no enfrentar plenamente la competencia a los 400.

Ya se dijo aquí el mes pasado. El gobierno ha abierto el debate de los privilegios que no sabe conducir, mucho menos podrá concluir a satisfacción (Privilegios a debate) Suceden situaciones en las que la clase dominante por defender sus intereses atenta contra ellos. Muy cerca estamos de una situación semejante.

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