Lo que se puede advertir en más de dos décadas de influencia tecnocrática en la definición de la política gubernamental en México, es que existe un equipo técnico formado en universidades norteamericanas que ha trascendido los principios de los partidos políticos y se ha impuesto a ellos. Se enquistaron en los gobiernos del PRI y hoy tienen la sartén por el mango en los gobiernos del PAN. Si uno se fija en quiénes se sientan a la mesa por parte del actual gobierno con los legisladores priístas para negociar el paquete económico, no se encontrará un panista distinguido, mucho menos un doctrinario. Los panistas brillan por su ausencia. Esta reflexión no destaca en las conclusiones de los consejeros panistas para entender qué les pasó en las pasadas elecciones federales. Fácilmente le echan la culpa al muchacho pendenciero Germán Martínez, al incumplimiento de la promesa de empleo que hizo Felipe Calderón y a la operación de “los señores feudales del PRI”, pero no ven el daño que les ha hecho el equipo de especialistas que son el núcleo duro del PRIAN: los tecnócratas. El grupo que debilitó al PRI es el mismo que hoy debilita al PAN.
Ese es problema del PAN. Lo que verdaderamente debe preocupar a la sociedad en su conjunto y es obligado atender, es el hecho de que el proceso democrático, de elecciones impecables con autoridad autónoma y bien pagada, no ha alcanzado a superar del todo la sombra del fraude. Todas las fuerzas políticas, en la medida de sus posibilidades, están dispuestas a beneficiarse del fraude y, llegado el caso, dejar en manos del Poder Judicial, no de los ciudadanos, la imposición de un ganador. Imposición que revela decisiones contrastantes. Para impugnaciones semejantes no aplican el mismo criterio los magistrados. Tal parece que la presión es en ocasiones más fuerte que la ley. Todo un tema para la reforma electoral.
La democratización de México es todavía incompleta y no sólo atañe a temas electorales. Algunos han considerado a las elecciones la esencia de la vida democrática, pero existen otros componentes que han quedado desplazados como la reducción de la desigualdad social y la formación de una ciudadanía fortalecida por el acceso a la alimentación, la educación y la salud. Hasta hoy, la democracia política que vive México está desvinculada de un pacto social, incluso el pacto social se ha ido disolviendo y hacia allá apunta la reforma laboral. El Estado ya no tiene un compromiso fuerte con los trabajadores del campo y de la ciudad, al extremo de que muchos trabajadores ya no se sienten portadores de derechos y se ven obligados incorporarse a las filas de la economía informal. Todavía peor, la inoperancia y desestimación de un pacto social ha llevado a que medio millón de personas vivan de las actividades del crimen organizado.
Otra asignatura pendiente de nuestro proceso democrático es la redefinición del pacto federal. Antes, la falta de pluralidad política en las responsabilidades de gobierno daba por descontado dicho pacto, pues todos los gobernadores se sentían obligados a la sumisión respecto al presidente de la república que les había concedido la gubernatura. Desde que los gobernadores se reconocen como resultado de una elección ciudadana su relación con el gobierno federal adquiere otra calidad, que se refleja en la disputa por los recursos fiscales y que puede ser causa de la ruptura en el futuro.
Mientras tanto, durante todo este mes de septiembre los tecnócratas dictarán la agenda en torno al paquete económico cuya prioridad son las finanzas públicas sanas, no les importa el que no haya crecimiento económico, el que persista la desigualdad. Ellos no son populacheros, nada les dice un pacto social, ni lo que se pueda contemplar desde la política-política. De manera continua ellos han logrado engañar a priístas y panistas, sirviendo a fin de cuentas al gran capital. Son ellos los que sin dificultad pueden pasar de una alta responsabilidad pública para despúes ponerse al servicio de poderosas empresas, Francisco Gil Díaz y Luis Téllez son prototípicos.
Mientras tanto, durante todo este mes de septiembre los tecnócratas dictarán la agenda en torno al paquete económico cuya prioridad son las finanzas públicas sanas, no les importa el que no haya crecimiento económico, el que persista la desigualdad. Ellos no son populacheros, nada les dice un pacto social, ni lo que se pueda contemplar desde la política-política. De manera continua ellos han logrado engañar a priístas y panistas, sirviendo a fin de cuentas al gran capital. Son ellos los que sin dificultad pueden pasar de una alta responsabilidad pública para despúes ponerse al servicio de poderosas empresas, Francisco Gil Díaz y Luis Téllez son prototípicos.
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