El país ha entrado en una etapa de recomposición de su sistema político. Con vehemencia la recomposición se advierte en los institutos políticos. Amplios espacios han ocupado las disputas por controlar el Partido de la Revolución Democrática, un partido de caudillos y de facciones que se ponen por encima de las reglas que ellos se dieron, aunque la regla mayor es operar bajo cuerda, con golpes bajos, la incertidumbre concluye hacia la persistente percepción acerca de su partición.
Otra recomposición vive el Partido Acción Nacional, la que inició firmemente desde que Felipe Calderón fue declarado Presidente electo. En los hechos, el círculo cercano a Felipe Calderón ha intentado demostrar que son una nueva clase política, propósito no alcanzado. El resultado, la creación de un nuevo partido, el llamado Solidaridad, construido sobre la base de la Unión Nacional Sinarquista y la organización clandestina El Yunque. Es la derecha radical que quiere ver a la iglesia en todos los espacios públicos que le pertenecen por constitucionalidad al Estado Laico.
El Partido Revolucionario Institucional es otra historia, se recompone desde las regiones. El PRI es la principal fuerza política en el Norte del país, a excepción de la Península de Baja California. El PRI prácticamente ha sido desplazado del Centro y sur del país, salvo en el estado de Colima y con suma fragilidad se mantiene en Puebla y Oaxaca. El Golfo y la Península de Yucatán son su territorio. En el Congreso ha logrado ser fuerza decisiva pese a que sus posiciones le niegan la calidad de primera fuerza. Con Beatriz Paredes al frente se ha convenido un pacto entre regiones y corporaciones, sin corrientes ideológicas que les rivalicen a su interior, pues la ideología no tiene dinero y sin dinero la política, desgraciadamente, no funciona.
Los demás partidos tienen dueño: Nueva Alianza de Elba Esther Gordillo; Partido Verde de la familia González Torres; Partido del Trabajo de Alberto Anaya; Convergencia de Dante Delgado; ex Alternativa, franquicia al mejor postor. Todos los mencionados al último contribuyen a la simulación pluripartidista, la cual depreda sobre eficaces alianzas que alcanzan para mantener los subsidios que les permiten seguir funcionando para sus dueños.
Así estamos por el lado de los partidos y el país sigue en pie. Poco sabemos de las alianzas empresariales que se establecen con tal o cual partido político, lo que se ve son los resultados y se puede afirmar que en el Norte ya están distanciados del PAN, en el Centro los empresarios ya se perfilan para ser promotores de la derecha clerical. La coalición empresarial a favor de Felipe Calderón que se formó en el 2006 está quebrada.
Habrá que añadir a esta viñeta los efectos de la guerra contra el crimen organizado declarada por el gobierno, que con su río de sangre no tiene para cuando concluir, no en este sexenio. Desde el exterior, la sacudida del capitalismo global tiene dos vectores: la crisis inmobiliaria desatada por el sistema crediticio de los Estados Unidos y la crisis alimentaria mundial que reincorpora el proteccionismo desde Asia hasta Rusia. De la suma de estas componentes nos falta ver lo peor.
Lo mejor es irse preparando, al menos quienes tienen influencia, como Carlos Salinas de Gortari quien reaparece con nueva publicación “La década perdida”. Glosada en los diarios antes de llegar a los estantes de las librerías, y dispuesta para todo el público elitista. El libro en realidad tiene un destinatario: Felipe Calderón. En el se señalan las dos plagas que impiden el desarrollo de la actual administración: el neoliberalismo y el populismo autoritario. Tres son las cabezas de un nuevo complot: los personajes de la década perdida son Fox, López Obrador y Zedillo. A ellos les debemos nuestros males. Así de rápido y fácil. ¿Quién está dispuesto a comprar esta propuesta?
Otra recomposición vive el Partido Acción Nacional, la que inició firmemente desde que Felipe Calderón fue declarado Presidente electo. En los hechos, el círculo cercano a Felipe Calderón ha intentado demostrar que son una nueva clase política, propósito no alcanzado. El resultado, la creación de un nuevo partido, el llamado Solidaridad, construido sobre la base de la Unión Nacional Sinarquista y la organización clandestina El Yunque. Es la derecha radical que quiere ver a la iglesia en todos los espacios públicos que le pertenecen por constitucionalidad al Estado Laico.
El Partido Revolucionario Institucional es otra historia, se recompone desde las regiones. El PRI es la principal fuerza política en el Norte del país, a excepción de la Península de Baja California. El PRI prácticamente ha sido desplazado del Centro y sur del país, salvo en el estado de Colima y con suma fragilidad se mantiene en Puebla y Oaxaca. El Golfo y la Península de Yucatán son su territorio. En el Congreso ha logrado ser fuerza decisiva pese a que sus posiciones le niegan la calidad de primera fuerza. Con Beatriz Paredes al frente se ha convenido un pacto entre regiones y corporaciones, sin corrientes ideológicas que les rivalicen a su interior, pues la ideología no tiene dinero y sin dinero la política, desgraciadamente, no funciona.
Los demás partidos tienen dueño: Nueva Alianza de Elba Esther Gordillo; Partido Verde de la familia González Torres; Partido del Trabajo de Alberto Anaya; Convergencia de Dante Delgado; ex Alternativa, franquicia al mejor postor. Todos los mencionados al último contribuyen a la simulación pluripartidista, la cual depreda sobre eficaces alianzas que alcanzan para mantener los subsidios que les permiten seguir funcionando para sus dueños.
Así estamos por el lado de los partidos y el país sigue en pie. Poco sabemos de las alianzas empresariales que se establecen con tal o cual partido político, lo que se ve son los resultados y se puede afirmar que en el Norte ya están distanciados del PAN, en el Centro los empresarios ya se perfilan para ser promotores de la derecha clerical. La coalición empresarial a favor de Felipe Calderón que se formó en el 2006 está quebrada.
Habrá que añadir a esta viñeta los efectos de la guerra contra el crimen organizado declarada por el gobierno, que con su río de sangre no tiene para cuando concluir, no en este sexenio. Desde el exterior, la sacudida del capitalismo global tiene dos vectores: la crisis inmobiliaria desatada por el sistema crediticio de los Estados Unidos y la crisis alimentaria mundial que reincorpora el proteccionismo desde Asia hasta Rusia. De la suma de estas componentes nos falta ver lo peor.
Lo mejor es irse preparando, al menos quienes tienen influencia, como Carlos Salinas de Gortari quien reaparece con nueva publicación “La década perdida”. Glosada en los diarios antes de llegar a los estantes de las librerías, y dispuesta para todo el público elitista. El libro en realidad tiene un destinatario: Felipe Calderón. En el se señalan las dos plagas que impiden el desarrollo de la actual administración: el neoliberalismo y el populismo autoritario. Tres son las cabezas de un nuevo complot: los personajes de la década perdida son Fox, López Obrador y Zedillo. A ellos les debemos nuestros males. Así de rápido y fácil. ¿Quién está dispuesto a comprar esta propuesta?
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