Hoy se celebra un aniversario más del Partido Revolucionario Institucional. Partido que se ha impuesto al desahucio que le pronosticaron sus adversarios y, pese a los ominosos designios, sigue siendo factor de la gobernabilidad. Claro que en el pasado inmediato el PRI perdió la condición de partido hegemónico, que no es poca cosa.
Hace diez años, poco menos, el PRI perdió la mayoría en el Congreso. Hace siete perdió la Presidencia de la República. Antes de eso ya había perdido el control Ejecutivo de varios de los estados de la república, incluyendo el Distrito Federal, territorio de la mayor concentración poblacional del país y donde el PRI prácticamente está desaparecido.
No pocos desean que el PRI muestre un rostro totalmente nuevo, el de la división a toda costa, teniendo como gesto suicida de renovación la expulsión de sus filas de Ulises Ruiz y Mario Marín, gobernadores de Oaxaca y Puebla respectivamente. Esa noche de cuchillos largos es poco probable, al menos no como lo acostumbra otro partido, el PRD.
Parte de la recuperación del PRI es gracias al comportamiento de Acción Nacional como gobierno. Si uno de los lastres del PRI ha sido la corrupción de miembros destacados. El ejercicio del PAN no ha cortado con las prácticas de aprovechar los cargos públicos para el enriquecimiento de sus encumbrados militantes. Un día sí y otro también, la prensa no deja de informar acerca de la voracidad panista, al grado que la bandera contra la corrupción que ondeaban para estigmatizar a sus adversarios, hoy es un trapo sucio por humos y vapores de tintura blanquiazul.
Qué tanto se ha recuperado el PRI por su propia capacidad de adaptación, qué tanto esa recuperación es generosidad involuntaria de sus contrarios.
Al día de hoy, sin la Presidencia de la República, la fortaleza del PRI está en su reagrupamiento regional que algunos llaman balcanización, con una militancia de sectores y de grupos que es insuficiente en el marco del pluralismo político para que este partido se alce de nuevo con la Presidencia. El PRI no ha dado los pasos efectivos para captar al ciudadano sin adjetivos, que no pertenece a gremios, ni a camarillas. Expresión de anacronismo es el hecho de que el PRI no se ha incorporado con éxito a la llamada carretera de la información y que posteriormente, de manera más conceptual, se ha denominado sociedad de la información, donde circulan vertiginosamente ideas a la par que vómitos de ira y resentimiento por lo que ha contenidos políticos se refiere.
Con haberes y faltantes, el PRI cumple setenta y nueve años.
--o—
El programa de apoyo a la economía que se presentó ayer por parte el presidente Calderón, es rectificación de la posición original adoptada por el gobierno respecto a la crisis que afecta a los Estados Unidos. Quedaron atrás las declaraciones que ponían a México como campeón ideológico del neoliberalismo que esgrimieron las autoridades durante más de dos meses.
Felipe Calderón ha comprobado que si mete la pata, invariablemente lo mejor es sacarla. Aunque cueste discusiones fuertes, desvelos y hasta lloriqueos. Y es que las cosas que no encajan terminan por reventar a riesgo de pasar por voluntarista. Mientras, siguen los estragos de la cornada que recibió Juan Camilo Mouriño (la metáfora es de Rafael Cardona en La Crónica de Hoy) por parte del burel de Macuspana. JCM permanece en terapia intensiva, el PRI endurece su postura sobre la reforma energética y los Chuchos se encuentran en estado catatónico.
Hace diez años, poco menos, el PRI perdió la mayoría en el Congreso. Hace siete perdió la Presidencia de la República. Antes de eso ya había perdido el control Ejecutivo de varios de los estados de la república, incluyendo el Distrito Federal, territorio de la mayor concentración poblacional del país y donde el PRI prácticamente está desaparecido.
No pocos desean que el PRI muestre un rostro totalmente nuevo, el de la división a toda costa, teniendo como gesto suicida de renovación la expulsión de sus filas de Ulises Ruiz y Mario Marín, gobernadores de Oaxaca y Puebla respectivamente. Esa noche de cuchillos largos es poco probable, al menos no como lo acostumbra otro partido, el PRD.
Parte de la recuperación del PRI es gracias al comportamiento de Acción Nacional como gobierno. Si uno de los lastres del PRI ha sido la corrupción de miembros destacados. El ejercicio del PAN no ha cortado con las prácticas de aprovechar los cargos públicos para el enriquecimiento de sus encumbrados militantes. Un día sí y otro también, la prensa no deja de informar acerca de la voracidad panista, al grado que la bandera contra la corrupción que ondeaban para estigmatizar a sus adversarios, hoy es un trapo sucio por humos y vapores de tintura blanquiazul.
Qué tanto se ha recuperado el PRI por su propia capacidad de adaptación, qué tanto esa recuperación es generosidad involuntaria de sus contrarios.
Al día de hoy, sin la Presidencia de la República, la fortaleza del PRI está en su reagrupamiento regional que algunos llaman balcanización, con una militancia de sectores y de grupos que es insuficiente en el marco del pluralismo político para que este partido se alce de nuevo con la Presidencia. El PRI no ha dado los pasos efectivos para captar al ciudadano sin adjetivos, que no pertenece a gremios, ni a camarillas. Expresión de anacronismo es el hecho de que el PRI no se ha incorporado con éxito a la llamada carretera de la información y que posteriormente, de manera más conceptual, se ha denominado sociedad de la información, donde circulan vertiginosamente ideas a la par que vómitos de ira y resentimiento por lo que ha contenidos políticos se refiere.
Con haberes y faltantes, el PRI cumple setenta y nueve años.
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El programa de apoyo a la economía que se presentó ayer por parte el presidente Calderón, es rectificación de la posición original adoptada por el gobierno respecto a la crisis que afecta a los Estados Unidos. Quedaron atrás las declaraciones que ponían a México como campeón ideológico del neoliberalismo que esgrimieron las autoridades durante más de dos meses.
Felipe Calderón ha comprobado que si mete la pata, invariablemente lo mejor es sacarla. Aunque cueste discusiones fuertes, desvelos y hasta lloriqueos. Y es que las cosas que no encajan terminan por reventar a riesgo de pasar por voluntarista. Mientras, siguen los estragos de la cornada que recibió Juan Camilo Mouriño (la metáfora es de Rafael Cardona en La Crónica de Hoy) por parte del burel de Macuspana. JCM permanece en terapia intensiva, el PRI endurece su postura sobre la reforma energética y los Chuchos se encuentran en estado catatónico.
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