martes, 4 de diciembre de 2007

Con el Ejército

Aquí se afirmó: los acuerdos del Ejecutivo con el Congreso han sido una constante del primer año de gobierno calderonista, una línea de conducción que permite remontar porciones del déficit de legitimidad con la que inició la actual administración federal. Los acuerdos con el Legislativos son voluntad expresa de institucionalidad colaborativa.

El viernes pasado, durante la presentación de los programas sectoriales de seguridad, gobernabilidad y política exterior, Felipe Calderón reconoció otro de los soportes institucionales que le han permitido navegar en su primer año: la Fuerzas Armadas (Ejército y Marina).

No es suficiente para las necesidades que tiene el país. Su partido –Acción Nacional- y su gabinete no han estado a la altura. Uno, el PAN, porque ha estado en manos de un adversario fraterno, Manuel Espino. El gabinete, por su parte, se ve achaparrado ya por las limitadas habilidades de los encargados de despacho o porque desde Los Pinos la correa los amarra tanto que pierden agilidad, casi hasta inmovilizarlos.

Lo cierto es que a un año de gobierno no ha desaparecido el encono de la sociedad, su división no se cansa de hacerse presente y no pierde oportunidad. Pese a que Felipe Calderón diga lo contrario. Ya se ve en la sentencia de la Suprema Corte que no le da la razón jurídica a la demanda que hizo la periodista Lydia Cacho en contra de gobernador de Puebla. Ya lo vemos en la violencia del crimen organizado, también en el llamado del EPR a reanudar las hostilidades en contra del gobierno o en la protesta de los normalistas rurales de Ayotzinapa en Guerrero.

Un proceso, el de la designación de tres consejeros del IFE, ha basculado a la opinión pública entorno a la figura de Jorge Alcocer, al grado de desbarrancar su elegibilidad para la plaza en esta primera promoción. La presencia del economista polarizó el proceso, para que no se diga que en este país se acabó el encono. De inicio se está erosionando el plan de arribo de los nuevos consejeros, como para repetir la historia de Luis Carlos Ugalde y sus mulatos.

En síntesis, la opinión publicada muestra disenso, lo que no está mal (salvo que todos se vuelva contra ti) Unos porque, dicen, Calderón cedió mucho con la reforma electoral a cambio de muy poco. Otros porque los logros en materia económica se reducen a las finanzas públicas sin llegar a las finanzas de la economía familiar y no dan para presumir un Presidente del Empleo. En los hechos resulta que ser Presidente es ejercer el oficio de cohetero

Será el sereno, pero después de doce meses de ejercicio gubernamental el Presidente puede aquilatar lo que desde la oposición no veía: los límites del gobierno ante las expresiones organizadas de la sociedad. Por eso desazolvar el vínculo con la sociedad es la tarea más difícil y no se resuelve sólo con publicidad, sino con muchísima operación política. La ciudadanía puede recurrir a la desobediencia civil. Los grandes empresarios pueden decretar una estampida de capitales. La Iglesia puede cerrar sus puertas. Los sindicatos pueden convocar a una huelga general. Ningún gobierno la tiene fácil. ¡Al diablo con las instituciones! No es una expresión peregrina. Es un grito que sale del inconsciente colectivo, no tiene de Derechos de autor.

En primera persona. El próximo seis de diciembre cumple un año la aparición de este blog, heredero genuino de la Salsa Política. Muchas gracias por permitirme ser una especie de alter ego en la formulación de su opinión en materia política, sobre los acontecimientos y dichos que hacen el relato del oficio político en México.

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