martes, 16 de octubre de 2007

La parte y el todo

Un instante, una fotografía, un video editado, un pedazo de la realidad que se alza para mostrarse como si fuera la totalidad. Se simplifica una totalidad compleja, no se registran las conexiones de la parte resaltada para significar un todo. Es el paraíso del especialista que trabajando sobre una parcela da forma a una realidad entera. Es la materia de las verdades mediáticas, explotar la capacidad de la parte para representar al todo. Así informado uno, se queda en la superficie y la profundidad se niega.

Así nos encontramos como las campañas de salud para combatir la obesidad que un buen día son acompañadas de reportajes que se suman a los consejos disuasivos para los gorditos. Se les dice coman sano sin distinguir aspectos hereditarios, sin combatir directamente a la industria de la chatarra alimentaria y su copiosa publicidad, sin señalar que la mala alimentación también está asociada a los bajos ingresos de la mayoría y que no alcanza para una canasta de comida sana. Cuántos trabajadores o empleados, estudiantes también, tienen que comer en la calle para saciar su hambre pero no se nutren Pero esas consideraciones son peligrosas, tienen un sesgo anticapitalista y como no se quiere llegar al fondo mejor se derrota a esas campañas haciendo una celebración diaria del antojito, como signo de identidad nacional.

El matrimonio Fox-Sahagún, por la vida material de la que gozan hoy, han sido objeto del comentario en los medios. Seguramente Vicente Fox ha de estar feliz por dos razones: aparece todos los días en los medios y sus adversarios no tienen los elementos suficientes para llevarlo a la cárcel. Los diputados federales crean una comisión para indagar su enriquecimiento, comisión de dudosos resultados prácticos para el propósito que persiguen. El Universal hace más de dos semanas dio a conocer el modus operandi con el que los Fox-Sahagún se hicieron de bienes: lo solicitaban al empresario elegido con la seguridad de que éste iba a satisfacer el capricho a cambio de un favor o deferencia, teniendo el cuidado de usar un prestanombre para que no quedará documentado el bien en su declaración patrimonial. De esta manera, documentalmente es difícil obtener todas las pruebas. Pero el problema se enfoca parcialmente, va dirigido a una familia con el cuidado de no impactar el tráfico de influencias, modelo de enriquecimiento que ocurre en muchos países. Pero la Cámara de Diputados no ha dicho que quiera resolver el fondo del problema, aunque bien podría organizar un golpe mediático, convocar a los empresarios que participaron en el tráfico y muy pocos atenderían el llamado porque se inculparían. Y si no es la Cámara ¿Quién? El Ejecutivo, quien por cierto tampoco da muestras de acabar con la práctica del tráfico de influencias. Así, por fijarse en la parte sin atender la complejidad del todo la impunidad del ex presidente parece garantizada.

El viernes pasado fueron liberadas varias manzanas del centro de la Ciudad de México de la ocupación de los vendedores ambulantes. Una acción del gobierno capitalino digna de ser fotografiada para reconocer vialidades que se habían angostado hasta desaparecer la visibilidad de sus fachadas. Pero no nos engañemos, es una parte de la responsabilidad gubernamental que ha mostrado eficacia frente a una realidad que parece ingobernable como las concesiones del trasporte urbano, el mal hábito de tirar basura en la calle que se suma a otras formas de contaminación, las limitaciones presentes y futuras respecto a la disponibilidad de agua y energía.

El gobernante ha intervenido exitosamente sobre una porción de la realidad que le corresponde gobernar y le falta mucho por hacer para garantizar la sustentabilidad de la Ciudad. Y, por lo pronto, mantener despejado de ambulantes el territorio liberado. Pero es la fotografía y la declaración oficial con la que se quiere sostener la acción, mantenerla invicta y generar la percepción de que la vida cotidiana de los capitalinos, como un todo, ha mejorado. No estaría por demás que Marcelo Ebrard atendiera cuestiones relacionadas con el ambulantaje, como identificar en qué momento la omisión gubernamental se hizo norma como para perder el esplendor del centro histórico. De eso sabe mucho y como pocos. Pero hay una cuestión mayor que tal vez no esté al alcance del actual gobernante ¿Por qué miles de habitantes se lanzaron a ocupar banquetas, un espacio público, para desarrollar una irregular práctica comercial? Las respuestas serán la medida de la complejidad de los retos, respuestas que se pueden encontrar en el uso del clientelismo político o en las fallas del modelo económico, pero sobre todo, enfocar las soluciones en una perspectiva de la totalidad y no sólo un paliativo.

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