La autopista México-Cuernavaca,
de a tiro por viaje, ve interrumpida su circulación. En una de esas encendí el
radio frecuencia AM. Jugando con el sintonizador repasé dos estaciones del Grupo
Fórmula. La noticia comentada era sobre la confrontación entre la senadora
Xóchitl Gálvez y el presidente López Obrador. El registro de los comentaristas
era bíblico, David contra Goliat. Periodísticamente el propósito de las
notas se afincaba en el impresionismo antes que informar. Nada del otro mundo
en la órbita de los medios amarillistas.
El fondo es la construcción
mediática de una persona metida en la disputa por la presidencia de la
república. La senadora Gálvez tiene como su mentor a Vicente Fox. Él le abrió
las puertas de la política, de él proviene la manera desgarbada de moverse en
la escena política. Será entonces, con el hallazgo de esa experiencia, que la
hidalguense está en la intención de sus promotores convertirla en la versión
femenina de Fox. Recuerdo cuánta gente se fascinó con ese estilo. No se tomaron
en cuenta los negativos del personaje, él fue la persona indicada para atender
sin restricciones a la clase dominante. Fox, una historia de éxito electoral a
favor de las élites. Por lo mismo, una perspectiva de izquierda democrática
tiene que evitar engolosinarse con el escarnio a la senadora, menos si esa
izquierda presume formación política.
El dato no es si la senadora es
indígena, si vendió gelatinas en el origen de sus bienes materiales, si desde
el servicio público benefició su particular actividad empresarial o si consulta
chamanes o videntes como Martha Sahagún y Elba Esther Gordillo. Tampoco importa
evaluarla por sus capacidades en el desempeño de la función pública, por su
formación académica (en la política real los posgrados no tienen un peso tan
importante a excepción de los gobiernos tecnocráticos) o por su experiencia. La
derecha está procesando un producto chatarra, como lo fue Fox, en eso hay que
fijarse. Por lo pronto, Xóchitl ya está en el radar de las encuestas de Va por
México como la opción más deseada. El colmo es que la izquierda le ayuda con el
alud de memes dizque para desacreditarla. Todavía más, la izquierda le ayuda
con la profecía de Sheinbaum: “es tiempo de mujeres”. Como anillo al dedo.
Por otra parte, la izquierda en
el poder está haciendo lo que antes criticaba: derroche de recursos para
realizar reuniones masivas con acarreados. Esto es para los jóvenes, así fueron
las campañas de Luis Echeverría y José López Portillo, bardas y cerros incluidos.
Ahí está, esos sí lo conocen los jóvenes, el entarimado estilo Peña Nieto.
Bueno, del IEPES del PRI ahora se tiene una versión con el Instituto de
Formación Política de MORENA. La pésima conducción del proceso de selección por
parte de la élite morenista puede corregirse si se allana el camino para el
debate. No sólo se trata de ganar la presidencia, también la mayoría
constitucional en el Congreso, esa que desahogue las reformas que detienen la transformación
en la aduana del Poder Judicial.
Volvamos a Vicente Fox, hizo del
combate a la corrupción una bandera electoral. De seguro se acuerdan de las
tepocatas y víboras prietas. Bandera hecha girones por la instalación de la
robadera institucionalizada durante su gobierno. Es público, por las denuncias
de la actual administración, como hasta la gente de ciencia estaba metida en el
ajo de la corrupción. La estafa científica se facilitó con la creación del
engendró de asociación civil llamado Foro Científico y Tecnológico, que no sé
si fue cancelado con la reforma al Conacyt. Lo que sí sé es que los fideicomisos
a disposición de ese Foro fueron cancelados. Fideicomisos que fueron defendidos
por Xóchitl Gálvez.
Queda claro a quién sirve la
promoción de la senadora. Es un perfil que en automático descalifica a Creel,
De la Madrid, Paredes y Téllez.
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