martes, 22 de noviembre de 2022

El tablero se mueve

“Cuán vanas son nuestras ínfulas de astucia y perspicacia política.”

Víktor Shklovski

Con los pies sobre la Tierra, tres son los hechos ajenos a la reforma electoral que quiero destacar de la marcha del 13 de noviembre.

-          Fue una multitud, mucho más de lo que contó una oficina de CDMX.

-          Los partidos de oposición, separados, no condujeron la marcha.

-          La ultraderecha fue la estrella de la marcha, hizo del INE su satélite.

El impacto del 13N lo recibió directamente el presidente López Obrador. Por eso es entendible la convocatoria a una marcha de celebración de los logros de la 4T para el domingo 27 de noviembre. La marcha opositora reprogramó el informe del primero de diciembre y adicionó la agenda del presidente con la convocatoria a la marcha. Eso es una demostración de fuerza.

Si alguien no tiene claro qué es la ultraderecha, revise por favor las proclamas del cónclave realizado la semana pasada en un hotel de Santa Fe, CDMX. El llamado a la patria como sumisión clasista, a la familia como base del fundamentalismo religioso. Reminiscencias de la decimonónica encíclica Rerum novarum. Nada liberal, ni socialdemócrata, tampoco progresista sino todo lo contrario.

Foto de José Antonio López, La Jornada (2020-11-20)

Pero sería un error sobre analizar a los reaccionarios y pasar por alto lo que está ocurriendo en el espectro obradorista.

Es claro que el AMLO pragmático se ha transformado en un político monocromático, acuciado sin duda por la sucesión. Durante este año ha iniciado anticipadamente su despedida, su retiro. Hizo movimientos en el gabinete a manera de cierre de filas. Obedecer y callar.

La sucesión le consume energías al presidente. Se acabó el tiempo de repartir indulgencias, lo que le queda en el portafolios son excomuniones. El caso es despejar la candidatura de MORENA a la presidencia. La persona que la obtenga ¿Tendrá tiempo para desarrollar fuerza propia? Mínimo para agrupar fuerzas como en el 2018. Además, cómo manejar el capital ocioso de un presidente en retiro absoluto si el partido gobernante gana las elecciones. Aunque lo peor sería una oposición triunfante que lo obligue a salir del retiro.

AMLO ha tomado una ruta descarada, una ruta plausible mientras su popularidad se mantenga por lo alto hasta el 2024. La apuesta está hecha. Dentro de dos años se tendrá en México una nueva presidencia en funciones, un nuevo gobierno, difícilmente una calca del actual. Hasta entonces veremos lo acertado de la apuesta. Es mucho tiempo, no para un presidente fajador que alguna vez fue estilista.

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