“la idea predominante acerca del Gobierno está equivocada, que es más el producto de sesgos ideológicos que de cualquier otra cosa. Las historias que se cuentan sobre él han socavado su confianza, limitado el papel que puede desempeñar en la conformación de la economía e infravalorado su contribución a la producción nacional, lo cual ha llevado, equivocadamente, a una excesiva privatización y externalización.”
Mariana Mazzucato
Tres años
se cumplen de un nuevo gobierno. Un cambio de la visión en materia económica es
ostensible respecto a los gobiernos anteriores. Sin ser un cambio radical,
mucho menos comunista, el gobierno se ha dotado de medidas eclécticas abriendo espacio
a la era Pejenomics, una historia que tiene su complejidad pues en ella
se integran imperativos que pertenecen a la escuela neoliberal: no endeudarse,
no crear ni subir impuestos, evitar nacionalizaciones, respetar los contratos,
establecer la austeridad. Precisamente en el punto de la austeridad se da un
quiebre, pues no se trata de inhibir la participación económica gubernamental y
recortar el gasto social.
Se trata
de una austeridad republicana, opuesta a la que obligaba el Fondo Monetario
Internacional. Aquí de lo que se trata es de fortalecer la intervención del
gobierno siendo más efectivo en el cobro de los impuestos y con mayor
transparencia en el ejercicio del gasto. Sin derroches, ni rentas onerosas al
erario para provecho de los que tienen y pueden, sino enfocando subsidios con
alcance social, que impactan al mercado interno.
Qué
ocurría antes. Contra lo pregonado por los tecnócratas, el gobierno se
endeudaba más y creaba nuevos impuestos, para alcanzar un crecimiento mediocre.
Ese cúmulo de recursos obtenido por esas vías no reportaba en una mejor vida
para los trabajadores del campo y la ciudad, tal vez de manera importante para
un pequeño sector de las clases medias, una gran proporción de ellas se les
manipulaba con el placebo del aspiracionismo. Buena parte de los recursos
públicos se dirigía a fortalecer a los ricos establecidos y a los nuevos ricos.
Unos ejemplos. El gobierno gastaba en comprar gas que no usaba, compraba
medicinas en condiciones monopólicas en beneficio de las comercializadoras de
medicamentos, bueno, hasta el ridículo de comprar revistas literarias de manera
improductiva. Toda una serie de aberraciones a favor de la desigualdad.
El cambio
se nota en los apoyos directos a la población, sin intermediarios, así como la
inversión en infraestructura, educación y salud. La guía keynesiana. Si se mira
bien, las fórmulas económicas no son novedosas. Si acaso, lo que agrega Pejenomics
es un fuerte componente moral de honestidad y lealtad, siempre a prueba a los
ojos de la oposición. Eso sí, con mucho, mucho nacionalismo. Apelando a la
identidad nacional en la evocación de la Historia de México en las tres
transformaciones que antecedieron a la Cuarta, en la reivindicación de los
pueblos originarios y en la declaratoria de héroes a los migrantes mexicanos
establecidos allende el Río Bravo.
Mañana se
cumplen tres años de gobierno conducido por Andrés Manuel López Obrador, quien
sin las credenciales del MIT, Harvard o Yale, ni de Cambridge, Oxford o London School
of Economics, se ha hecho cargo de un país lacerado por la desigualdad y la
violencia para que, con los instrumentos económicos a disposición del Estado,
afirmen a un pueblo en la fraternidad y la paz.
*En los ochenta, en Estados
Unidos a las ideas económicas de Ronald Reagan se les llamó Reaganomics
y tuvo su frase célebre: el gobierno es el problema no la solución. En ellas se
afirmaba el relato neoliberal de disminución del sector público, reducción de
conquistas sociales, de rebaja de impuestos a las grandes empresas y
desregulación comercial.
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