martes, 11 de agosto de 2020

Hipócrates y Shylok



Es del dominio público, personajes de la escena cultural metropolitana, llamados intelectuales, se encuentran desubicados frente a la transformación en curso. Siempre disimulando su identidad política, prefieren exhibirse como apartidistas y dueños de la razón. Unos estarían felices con Ricardo Anaya, otros con J.A. Meade, a los más cínicos les daría igual. Lo que no soportan es que el actual presidente no los utilice, no se dé lustre con ellos a cambio de contratos, por ejemplo. Se acostumbraron a tener a su servicio al gobierno en los últimos lustros, sin desmerecer por ello su calidad de “críticos” y “liberales”, químicamente insumisos, así les gusta ser vistos.



Cada que pueden destazan la política de seguridad del actual gobierno sin concederle ningún acierto, como lo es la creación de la Guardia Nacional de la que, por cierto, poco se informa en los medios. Qué decir de la ruptura del vínculo entre gobierno y crimen organizado, el narco estado que se afianzó desde los primeros años del siglo XXI. No dicen nada, si por ellos fuera continuaría la guerra “necesaria”.

Si se trata del combate a la corrupción son unos incrédulos y hasta desean que la política anticorrupción se pudra. Sueltan la chanza ¿A poco no hay corrupción en el actual gobierno? Los procesos que tienen Genaro García Luna y Emilio Lozoya Austin no les merece un pronunciamiento digno de un desplegado. Seguramente las acciones de estos dos procesados, los que se han venido acumulando y los que se agregaran a la lista, les parecen constructoras de institucionalidad, sin reparar en el daño que les hicieron a las instituciones, incluyendo al sacrosanto Instituto Nacional Electoral.

Total, cuántos aliados insospechados tiene la delincuencia organizada y los exgobernantes corruptos.

La naturaleza ha dispuesto la propagación del nuevo virus capaz de extenderse con facilidad por todo el planeta en este año 2020. Esta novedad viral no tiene cura probada, salvo las terapias de contención y recuperación hospitalaria que no siempre eluden los decesos. Los laboratorios farmacéuticos trabajan a marchas forzadas para producir una vacuna eficaz. Todos los gobiernos recomiendan el autocuidado, la higiene personal, el distanciamiento para evitar la continuidad de los contagios. Algunos gobernantes llegaron a suspender el libre tránsito, impusieron el toque de queda. En México, con un sistema de salud bicéfalo -Hipócrates y Shylok- se trabajó aceleradamente para tener la capacidad hospitalaria y así atender a los enfermos de covid que lo requirieran. Se hizo un acuerdo con hospitales privados para atender pacientes no-covid. Simbiosis es la palabra que expresa ese acuerdo histórico.

Pero los intelectuales dicen que la pandemia no ha sido adecuadamente atendida. Ponen por delante a exsecretarios de salud, que estuvieron al servicio de gobernantes corruptos (Fox, Calderón, Peña).  Hay otro exsecretario proactivo, sin oficio de francotirador, Juan Ramón de la Fuente, quien con claridad da su opinión sobre la complejidad de la pandemia, en México y en el mundo. Como trabaja para el gobierno, es embajador de México ante la ONU, no recogen su punto de vista. En el fondo, a estos intelectuales no les interesa la seguridad, abatir la corrupción, la emergencia sanitaria, ya ni mencionemos la desigualdad. Lo que los mueve es recuperar para sí a papá gobierno.

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