martes, 17 de marzo de 2020

La hora de mistificar


“La magia del lenguaje permite e incita a hacer aparecer algo ente un público atónito, que, al cabo de poco, ya no sabrá de dónde o cómo ha salido.”
Hans Blumenberg

El rumor y la noticia falsa se parecen en la medida que intervienen en la comunicación para deformar o falsear la realidad. La diferencia entre el rumor y la noticia falsa es la siguiente, el primero es anónimo, la segunda tiene nombre y apellido (Joaquín López Dóriga, por ejemplo, y su anuncio del fallecimiento del empresario José Kuri).


Para abundar en esta sencilla diferenciación el siguiente contraste.

El caso de la “vacuna esterilizadora” que nunca existió, ni se aplicó. Corría la primera mitad del sexenio 1970-1976. La campaña nacional de vacunación contra el sarampión y otras enfermedades, a verificarse en las escuelas primarias, sufrió la embestida de un rumor que “alertaba” sobre la esterilización de niñas y niños. Se creó pánico y se puso en riesgo la protección de millones de niños. Como se trataba de un rumor no se supo quién lo inventó y distribuyó. Lo que si es sabido -el antecedente que lo procreó- es el malestar que produjo en grupos conservadores las decisiones del gobierno de aquellos años: incorporar la educación sexual en los programas y los libros de texto de primaria, así como dar curso legal como política de población a la planificación familiar, la familia pequeña vive mejor ¿Qué grupos se opusieron? Si piensan en la Coparmex y el PAN le han atinado.

Con motivo de la actual pandemia Coronavirus COVID_19 -proceso de contagio infeccioso respiratorio de nueva generación- se han encendido las alarmas para su atención, lo cual es aceptable, razonable, saludable, prudente. Al abrir la puerta para la operación de la emergencia se han colado noticias falsas con el propósito deliberado de golpear al actual gobierno, la salud pública es el pretexto de la ocasión. En este caso se encuentra como antecedente de esta escalada desinformadora el malestar que ha producido entre algunas empresas farmacéuticas y medios de comunicación, decisiones gubernamentales que afectan el connubio que existió entre estos agentes de la economía y las autoridades de turno. Ahora siembran el pánico porque se ha modificado la condición que les daba acceso a recursos públicos, liberándolos de una competencia estricta del mercado. No les interesa la salud pública, la salud del pueblo. Si así fuere, hace tiempo se habrían confrontado a las empresas que producen alimentos chatarra y bebidas altas en azúcar, las que han derivado en el incremento de la población con obesidad en México y los males que esa condición trae para la salud.

Son los conservadores que se oponen al empoderamiento popular y no han dejado de hacer olas para restablecer privilegios. Los conservadores sí existen y en diversas presentaciones: agnósticos, católicos, de izquierda, liberales y los que quieran agregar.

La ilustración de esta entrega nos remite a la serie de ensayos que juntos en un libro aparecieron en 1964. Apocalípticos e integrados, un título más efectista para resultado de ventas, cuyos contenidos no fueron modificados sustancialmente en las sucesivas republicaciones, para bien digo yo, pues dejan un documento de época. Umberto Eco se dio a la tarea de ensamblar perspectivas varias para entender la cultura de masas, la cultura popular, la alta cultura. Ése es su mérito, la del difusor de la Escuela de Frankfurt (industria cultural) el Círculo de Praga (Teoría de la comunicación) y los escritores de la revista Tel quel (estructuralismo francés), a la par que los conecta con la obra de Marx y Gramsci. Son ensayos sobre el esteticismo de clase que tienen en el término mixtificación la palabra clave para desencriptar los mensajes ideológicos. Una lectura para revalorar en estos tiempos del periodismo “objetivo”, de “rigor”, al servicio de la mistificación.


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